Rancho Texas - Puerto del Carmen - Lanzarote

domingo, 21 de diciembre de 2025

La política corrupta española: un ciclo que se repite desde hace siglos

 


La política corrupta española: un ciclo que se repite desde hace siglos

Por Bruno Perera.

La política española parece atrapada en un bucle del que no sabe —o no quiere— salir. Da igual el siglo, el régimen o el color del partido que gobierne: el patrón se repite con una precisión casi matemática. Unos llegan al poder prometiendo regeneración, honradez y cambio; gobiernan, roban, engañan y mienten; y finalmente son expulsados en las urnas por otros que prometen un cambio honrado… para acabar haciendo algo muy parecido a los otros.

No es una percepción reciente ni fruto del desencanto moderno. Es una constante histórica. Desde la España de los válidos y las camarillas, pasando por el turnismo del siglo XIX, hasta la democracia actual, el ciudadano asiste como espectador a una representación ya conocida. Cambian los actores, se renuevan los eslóganes, pero el guion permanece intacto.

Cada ciclo electoral se presenta como una oportunidad de ruptura, cuando en realidad suele ser solo una sustitución. Se va un partido desgastado por la corrupción y entra otro que, con el tiempo, acaba cayendo en prácticas similares: redes clientelares, uso partidista de las instituciones, puertas giratorias, promesas incumplidas y una distancia cada vez mayor entre el discurso y la realidad.

¿Qué se puede hacer para que esto no suceda?

La respuesta honesta es incómoda: muy poco, al menos a corto plazo. El sistema está diseñado para sobrevivir a sus propias crisis. La corrupción rara vez destruye estructuras; simplemente las oxida. Y cuando el óxido es demasiado visible, se pinta por encima con un cambio de siglas.

Algunos plantean no votar como forma de protesta. Otros optan por votar a partidos nuevos, con la esperanza —o la fe— de que sean diferentes. Pero esa apuesta se parece demasiado a jugar a la lotería: se deposita una ilusión en algo que no tiene garantías reales de salir mejor. Muchos partidos que nacieron como “alternativa” acabaron integrados en la misma lógica que decían combatir.

El problema no es solo quién gobierna, sino cómo funciona el poder en España: listas cerradas, escasa rendición de cuentas, justicia politizada, medios dependientes y una ciudadanía cansada que ha normalizado lo que debería ser intolerable. Mientras el coste real de mentir o robar sea bajo, el incentivo para no hacerlo será mínimo.

El gran engaño: hacer creer que el cambio ya llegó

Quizás el mayor triunfo del sistema sea convencer al ciudadano de que cada cambio de gobierno es un cambio de rumbo. No lo es. En demasiadas ocasiones es solo una rotación de élites, una alternancia que permite que todo siga igual con la apariencia de movimiento.

La democracia no fracasa de golpe; se desgasta lentamente. Y cuando el ciudadano interioriza que “todos son iguales”, no porque lo sean exactamente, sino porque el resultado final se parece demasiado, el desencanto se convierte en norma.

España no necesita solo nuevos partidos o nuevos líderes. Necesita nuevas reglas, nuevas exigencias y una ciudadanía menos resignada. Mientras eso no ocurra, seguiremos atrapados en el mismo ciclo: promesas, decepción, castigo electoral… y vuelta a empezar.

Apéndice: contexto y datos para entender el problema

Persistencia histórica: La alternancia sin reformas estructurales profundas ha sido una constante en la política española desde el siglo XIX.

Corrupción sistémica: Los principales partidos han acumulado, en distintas etapas, numerosos casos judiciales relacionados con financiación ilegal, malversación o tráfico de influencias.

Débil rendición de cuentas: Las listas cerradas y bloqueadas reducen el control directo del votante sobre los representantes.

Desconfianza ciudadana: Los barómetros del CIS llevan años reflejando que la corrupción y la clase política figuran entre las principales preocupaciones de los españoles.

Efecto “partido nuevo”: La experiencia reciente muestra que muchos partidos emergentes acaban adaptándose a las dinámicas que criticaban al entrar en el sistema.

No hay comentarios:

Publicar un comentario