¿Es el Cosmo-Poder culpable del racismo en la Tierra?
Por Bruno Perera.
No de forma
consciente ni moral, pero sí de manera indirecta.
La especie
humana es una sola. Genéticamente somos prácticamente idénticos. Sin embargo, no
todos somos físicamente iguales, y esa diferencia ha sido históricamente el
germen del racismo. ¿De dónde surgen esas diferencias? No del odio, no de la
ideología, sino de la adaptación al entorno.
El clima como escultor del ser humano
El cuerpo
humano hizo lo que siempre hace la vida: adaptarse para sobrevivir.
- La piel se volvió más oscura
donde el sol era intenso, para protegerse de la radiación.
- Se volvió más clara donde la
luz solar era escasa, para absorber mejor la vitamina D.
- Cambiaron rasgos faciales,
estaturas, densidad ósea, tipos de cabello.
No hubo
intención, ni jerarquía, ni superioridad. Solo biología y clima.
Si el
Cosmo-Poder hubiera creado un planeta con una temperatura uniforme, sin
grandes contrastes climáticos, probablemente la humanidad no habría
desarrollado diferencias físicas tan visibles. Y sin esas diferencias, el
racismo, tal como lo conocemos, quizás nunca habría existido.
Las diferencias físicas y el ego crean el racismo
El racismo
nace del ego humano, del miedo y desprecio a lo distinto, del color de la piel
y lo físico, del deseo de dominio y de la necesidad de sentirse superior. Es
una construcción cultural, política y psicológica, no natural, pero que
relaciona la piel oscura con pobreza que los blancos huyen de tener la misma
porque la piel negra les recuerda miseria.
La gran ironía de la humanidad
La ciencia ha
desmontado el concepto de “razas humanas” como categorías biológicas reales.
Existen variaciones, no razas. Sin embargo, el racismo persiste porque
no se alimenta de la ciencia, sino de la ignorancia y del poder mal entendido.
Conclusión
El verdadero
fallo no está en cómo fuimos creados, sino en cómo elegimos tratarnos.
Nota: Aunque
desaparecieran las diferencias físicas, el racismo no se extinguiría del todo.
Existe otro tipo de racismo que nace y se alimenta de ciertas religiones
cuando, a través de credos o dogmas rígidos, se establece la idea de que unos
son “elegidos” y otros “inferiores”. Este fenómeno es especialmente visible en
las religiones fundamentalistas, donde la fe deja de ser espiritual para
convertirse en una herramienta de exclusión y de poder.

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