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domingo, 21 de diciembre de 2025

¿Es el Cosmo-Poder culpable del racismo en la Tierra?

 


¿Es el Cosmo-Poder culpable del racismo en la Tierra?

Por Bruno Perera.

Si aceptamos la idea de un Cosmo-Poder, una fuerza creadora —llámese Dios, Naturaleza, Universo o Energía Primigenia— surge una pregunta incómoda pero legítima:
¿tiene alguna responsabilidad en la existencia del racismo en la Tierra?

No de forma consciente ni moral, pero sí de manera indirecta.

La especie humana es una sola. Genéticamente somos prácticamente idénticos. Sin embargo, no todos somos físicamente iguales, y esa diferencia ha sido históricamente el germen del racismo. ¿De dónde surgen esas diferencias? No del odio, no de la ideología, sino de la adaptación al entorno.

El clima como escultor del ser humano

Desde sus orígenes en África, el ser humano emigró a lo largo de miles de años hacia climas radicalmente distintos:
zonas ecuatoriales abrasadoras, regiones templadas, desiertos, selvas, estepas y territorios helados.

El cuerpo humano hizo lo que siempre hace la vida: adaptarse para sobrevivir.

  • La piel se volvió más oscura donde el sol era intenso, para protegerse de la radiación.
  • Se volvió más clara donde la luz solar era escasa, para absorber mejor la vitamina D.
  • Cambiaron rasgos faciales, estaturas, densidad ósea, tipos de cabello.

No hubo intención, ni jerarquía, ni superioridad. Solo biología y clima.

Si el Cosmo-Poder hubiera creado un planeta con una temperatura uniforme, sin grandes contrastes climáticos, probablemente la humanidad no habría desarrollado diferencias físicas tan visibles. Y sin esas diferencias, el racismo, tal como lo conocemos, quizás nunca habría existido.

Las diferencias físicas y el ego crean el racismo

Aquí está la clave:
las diferencias físicas no son el problema. El problema surge cuando el ser humano transforma la diferencia en juicio, y el juicio en desprecio.

El racismo nace del ego humano, del miedo y desprecio a lo distinto, del color de la piel y lo físico, del deseo de dominio y de la necesidad de sentirse superior. Es una construcción cultural, política y psicológica, no natural, pero que relaciona la piel oscura con pobreza que los blancos huyen de tener la misma porque la piel negra les recuerda miseria.

El Cosmo-Poder creó diversidad.
El ser humano creó la discriminación.

La gran ironía de la humanidad

La ironía es brutal:
nos odiamos por diferencias mínimas cuando compartimos el 99,9 % del ADN.
Nos enfrentamos por el color de la piel mientras dependemos del mismo aire, del mismo planeta y del mismo futuro.

La ciencia ha desmontado el concepto de “razas humanas” como categorías biológicas reales. Existen variaciones, no razas. Sin embargo, el racismo persiste porque no se alimenta de la ciencia, sino de la ignorancia y del poder mal entendido.

Conclusión

¿Es culpable el Cosmo-Poder de que exista racismo?
No en términos morales.
Pero sí es cierto que la diversidad creada por la adaptación al mundo físico fue el escenario perfecto para que el ser humano mostrara sus sombras.

La diversidad no es el error.
El error es no haber aprendido a convivir con ella.

El verdadero fallo no está en cómo fuimos creados, sino en cómo elegimos tratarnos.

Nota: Aunque desaparecieran las diferencias físicas, el racismo no se extinguiría del todo. Existe otro tipo de racismo que nace y se alimenta de ciertas religiones cuando, a través de credos o dogmas rígidos, se establece la idea de que unos son “elegidos” y otros “inferiores”. Este fenómeno es especialmente visible en las religiones fundamentalistas, donde la fe deja de ser espiritual para convertirse en una herramienta de exclusión y de poder.

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