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miércoles, 31 de diciembre de 2025

En España se permite que los okupas roben viviendas y vendan la okupación

 


En España se permite que los okupas roben viviendas y vendan la okupación

Por Bruno Perera.

España presume de ser un Estado de Derecho, pero cada vez son más los ciudadanos que tienen la sensación —fundada— de que la ley no protege a quien cumple, sino a quien la burla. Uno de los ejemplos más claros y sangrantes es el fenómeno de la okupación ilegal de viviendas. Un fenómeno que, aunque el legislador se empeñe en negarlo, en la práctica está permitido.

Porque no nos engañemos: no hace falta que una ley diga explícitamente “se permite robar viviendas” para que eso ocurra. Basta con que el sistema no actúe, llegue tarde o proteja más al infractor que a la víctima. Y eso es exactamente lo que sucede hoy en España.

La teoría dice una cosa, la realidad otra

El Código Penal tipifica la ocupación ilegal. Sobre el papel, todo parece claro: entrar en una vivienda ajena sin permiso es delito. Sin embargo, en la práctica, la diferencia entre vivienda habitual y vivienda vacía, entre allanamiento y usurpación, se ha convertido en un laberinto jurídico que beneficia siempre al okupa y perjudica al propietario.

La policía, en muchos casos, no actúa. Los juzgados tardan meses o años. El propietario debe seguir pagando impuestos, comunidad, suministros y abogados, mientras quien ocupa ilegalmente la vivienda vive gratis y sin consecuencias reales.

Eso no es justicia. Eso es abandono institucional.

El negocio de la okupación

El disparate alcanza niveles grotescos cuando descubrimos que la okupación se ha convertido en un negocio. No porque sea legal, sino porque el Estado lo tolera.

Hoy en España se venden viviendas okupadas. No la propiedad, claro está, sino la posesión ilegal: las llaves, el acceso, la “ocupación consolidada”. Mafias organizadas entran en pisos, los revenden a terceros y cobran por algo que no es suyo. Y lo hacen porque saben que nadie le pedirá cuentas ni los va a echar de inmediato.

Cuando un sistema permite que un delito sea rentable, ese sistema es cómplice por omisión.

El propietario, convertido en sospechoso

En este país se ha construido un relato perverso: el propietario es el malo, el okupa es la víctima. Da igual si el piso es fruto de una vida de trabajo, si es la segunda vivienda de una familia humilde o el ahorro de un pequeño propietario. El discurso oficial prefiere hablar de “conflicto social” antes que de delito.

Mientras tanto, los derechos fundamentales se jerarquizan ideológicamente. El derecho a la propiedad, recogido en la Constitución, queda subordinado a interpretaciones políticas que no resuelven el problema de la vivienda, pero sí crean inseguridad jurídica.

Un Estado que no protege, deja de ser Estado

Cuando un ciudadano siente que su casa puede ser ocupada y que recuperarla será una pesadilla, algo se rompe. Se rompe la confianza. Se rompe el contrato social. Se rompe la idea misma de legalidad.

Un país donde robar una vivienda no tiene consecuencias inmediatas es un país que normaliza la trampa, castiga al honrado y premia al que actúa al margen de la ley. Y cuando eso se convierte en norma, no estamos ante un fallo puntual, sino ante un fracaso del sistema.

España no necesita discursos buenistas ni parches legislativos. Necesita leyes claras, aplicación inmediata y una justicia que proteja primero a la víctima. Todo lo demás es retórica.

Y mientras eso no ocurra, muchos ciudadanos seguirán pensando —con razón— que en España robar una vivienda sale demasiado barato.

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Datos y fuentes

  • Código Penal español
    • Artículo 202: Allanamiento de morada
    • Artículo 245: Usurpación de bienes inmuebles
  • Consejo General del Poder Judicial (CGPJ)
    • Datos sobre duración media de procedimientos civiles de desahucio.
  • Ministerio del Interior
    • Estadísticas de denuncias por ocupación ilegal (incremento sostenido en la última década).
  • Informes de asociaciones de propietarios y registradores
    • Casos documentados de venta ilegal de viviendas okupadas y mafias organizadas.
  • Constitución Española
    • Artículo 33: Derecho a la propiedad privada.

 

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