Las plantas y
los árboles también tienen instintos naturales
Durante siglos hemos colocado a las plantas y a
los árboles en el escalón más bajo de la vida consciente. No piensan, no
sienten, no deciden —nos decimos—. Sin embargo, basta observar la naturaleza
sin prejuicios para comprender que esa idea es, como mínimo, incompleta.
Las plantas no caminan, pero saben moverse.
No hablan, pero se comunican. No razonan como nosotros, pero actúan
con una lógica impecable orientada a la supervivencia. Y ahí surge la
pregunta incómoda: ¿cómo es posible que organismos sin cerebro desplieguen
estrategias tan eficaces, tan precisas y tan universales?
Otras especies han optado por semillas aladas,
helicoidales o envueltas en estructuras que aprovechan el viento para viajar
decenas o cientos de metros. Algunas incluso “disparan” sus semillas mediante
mecanismos de tensión interna. Nada de esto es casual desde el punto de vista
funcional: cada forma responde a una finalidad clara.
La biología explica estos fenómenos mediante la
selección natural: mutaciones útiles que se conservan, mutaciones inútiles que
desaparecen. Es una explicación válida, pero parcial. Describe el proceso, no
el asombro. Porque la verdadera cuestión no es solo cómo ocurre, sino por
qué la naturaleza produce sistemas tan coherentes, tan eficientes y tan
persistentemente orientados a la vida.
Hoy sabemos que las plantas:
- Se comunican químicamente entre ellas.
- Reconocen amenazas y activan defensas.
- Cooperan con hongos y bacterias en redes subterráneas.
- “Recuerdan” estímulos y modifican su comportamiento en función de
experiencias previas.
No poseen mente consciente, pero sí algo que
podríamos llamar instinto natural inteligente: un conjunto de
respuestas, adaptaciones y estrategias profundamente grabadas en su biología,
orientadas a conservar la vida y asegurar su continuidad.
Hablar de “inteligencia” no implica atribuir
pensamiento humano a una encina o a un pino. Implica reconocer que la vida
no es pasiva, que responde, se ajusta y se organiza. La naturaleza no
improvisa: optimiza.
Tal vez el error ha sido creer que la
inteligencia solo existe cuando hay palabras, cálculos o emociones humanas.
Quizá exista una inteligencia más amplia, silenciosa y omnipresente, una lógica
natural que atraviesa plantas, animales y seres humanos por igual. Algunos la
llamaron Dios, otros Logos, otros simplemente Naturaleza. El nombre es lo de
menos.
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Datos y
fuentes contrastadas
- Dispersión de semillas (zoochoría y anemocoría)Fenómenos ampliamente documentados en botánica evolutiva.Fuente: Taiz, L., Zeiger, E., Møller, I. M., Murphy, A. (2015). Plant Physiology and Development.
- Comunicación química entre plantasLas plantas emiten compuestos orgánicos volátiles para alertar de herbívoros.Fuente: Karban, R. (2008). Plant behaviour and communication. Ecology Letters.
- Redes micorrícicas (“Wood Wide Web”)Intercambio de nutrientes e información entre plantas a través de hongos.Fuente: Simard, S. et al. (1997). Nature.
- Memoria y aprendizaje vegetalEstudios sobre habituación y respuesta adaptativa en plantas.Fuente: Gagliano, M. et al. (2014). Oecologia.

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