Por Bruno Perera.
Cada vez que llueve en Lanzarote, y sobre todo en
su capital, Arrecife, los vecinos enfrentan un panorama que va más allá de los
inevitables charcos: calles anegadas y un problema de higiene urbana que se repite
año tras año. Lo que muchos desconocen es que no todo lo que emerge del drenaje
durante una tormenta es agua; buena parte son toallitas higiénicas arrojadas
indebidamente al retrete.
El sistema de drenaje de Arrecife, único y
limitado, se desborda rápidamente con lluvias intensas. Además de recibir el
agua pluvial, este mismo sistema evacúa las aguas residuales de la ciudad. La
combinación de lluvias fuertes y residuos mal desechados provoca bloqueos
frecuentes en los registros de los drenajes. Cuando los charcos se vuelven
peligrosos o molestos, los operarios abren las tapas de los registros para que
el agua drene. En ese momento, las toallitas que flotan y obstruyen los canales
terminan saliendo a la superficie, cubriendo calles.
Este problema afecta tanto la imagen de la ciudad
frente a residentes y turistas como la salud pública. Los residuos sólidos
dificultan la evacuación correcta del agua, aumentando el riesgo de
inundaciones y daños en la infraestructura. La solución requiere conciencia
ciudadana: no arrojar toallitas ni otros residuos sólidos al retrete.
También es urgente que el Gobierno canario y las
autoridades locales refuercen el mantenimiento preventivo del sistema de
drenaje, limpiando los registros antes de las lluvias y promoviendo campañas de
educación sobre el correcto desecho de residuos. Televisión, redes sociales y
medios locales pueden ser herramientas clave para prevenir que este problema se
repita.
Si los ciudadanos cambian sus hábitos y las
autoridades aplican medidas preventivas, las calles de Arrecife y otras
ciudades canarias podrían dejar de inundarse no solo de agua, sino también de
toallitas. Una solución sencilla, pero que requiere responsabilidad compartida
entre Gobierno y vecinos.
Arrecife, como muchas ciudades del mundo,
enfrenta desafíos de gestión urbana que dependen tanto de la infraestructura
como del comportamiento de sus habitantes. Evitar este tipo de inundaciones es
posible si la comunidad toma conciencia de que pequeñas acciones, como tirar
una toallita al retrete, pueden tener consecuencias visibles y costosas.
Mantengamos las ciudades canarias limpias: es una
obligación cívica de todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario