Las
aves elefantes bien pudieron haber llegado a Lanzarote nadando
Por Bruno Perera
Un
reciente estudio científico, publicado en la revista Fossil Studies, ha
arrojado luz sobre un enigma paleontológico de Lanzarote: los huevos
descubiertos a mediados del siglo XX en la zona norte de la isla, cerca de
Órzola, no pertenecen a avestruces ni a otras ratites, como se creyó
durante décadas. Los investigadores sostienen que se trataría de restos de las
míticas aves elefante, enormes animales no voladores nativos de
Madagascar que alcanzaban los tres metros de altura y podían pesar hasta 650
kilos.
El
análisis de las cáscaras y de los nidos hallados en lugares como Valle Grande,
Valle Chico y Fuente de Gusa indica que la isla solo habría albergado una única
especie de estas aves, ya que sus dimensiones reducidas no permitían sostener
dos poblaciones de grandes herbívoros u omnívoros. Los restos encontrados
—miles de fragmentos de cáscaras, siete huevos completos y dos moldes externos—
sugieren que las hembras alcanzaban tamaños mayores que los avestruces
actuales.
Los
científicos creen que estas aves llegaron a Lanzarote hace unos cuatro millones
de años, cuando la isla era apenas un tercio de su tamaño actual. La hipótesis
más aceptada es que habrían cruzado desde África en un contexto geológico y
biogeográfico muy distinto al de hoy.
El trasfondo
geológico: de Pangea a Lanzarote
Para
entender cómo un animal originario de Madagascar pudo acabar en Lanzarote,
conviene recordar la historia profunda de nuestro planeta. Hace unos 200
millones de años existía un único supercontinente, Pangea, cuyo nombre en
griego significa “toda la tierra”. Este bloque comenzó a fracturarse desde la
Dorsal Mesoatlántica —que se extiende del Polo Norte al Polo Sur—, iniciando un
proceso de deriva continental que aún hoy continúa.
América
se desplazó hacia el oeste, mientras Europa, África y la Antártida lo hicieron
hacia el este y el sur. En este proceso, algunas zonas de la corteza oceánica
se estiraron y se fracturaron y dieron lugar al nacimiento de archipiélagos
volcánicos como el Caribe, las Azores y la Macaronesia, donde se incluyen las
Canarias.
Las
islas canarias comenzaron a emerger hace entre 18 y 19 millones de años, fruto
de una intensa actividad volcánica submarina. Lanzarote y Fuerteventura fueron
las primeras en formarse y, hace unos cuatro o cinco millones de años, se
encontraban más próximas a la costa africana que en la actualidad.
¿Nadadoras
improbables?
Aunque
las aves elefante eran animales terrestres y no voladores, no resulta descabellado
imaginar que pudieron llegar a Lanzarote nadando cortas distancias desde
África, especialmente si las islas estaban entonces más cerca del continente.
Otros grandes animales extintos, como los hipopótamos o elefantes, han
demostrado ser buenos nadadores en travesías oceánicas cortas, colonizando
islas alejadas.
Ahora
bien, también conviene ser prudentes: resulta difícil concebir que aves de
semejante tamaño pudieran resistir largas travesías marinas sin apoyo de
corrientes favorables o plataformas intermedias. La ausencia de restos
similares en otras islas cercanas mantiene abierta la discusión científica.
Aun
así, el hecho de que Lanzarote fuese entonces más pequeña y fértil habría
favorecido la supervivencia de una pequeña población de estas aves, que dejaron
tras de sí los huevos hallados en el macizo de Famara.
Canarias:
tierra en movimiento
Conviene
subrayar que las Islas Canarias no son fragmentos desprendidos de la costa
africana —como sí sucedió con Madagascar respecto a África oriental—, sino
islas de origen volcánico. Esto explica que sigan desplazándose hacia el oeste
a razón de unos dos centímetros por año, en un viaje geológico que todavía no
ha concluido.
Este
movimiento constante es responsable de los maremotos de baja intensidad que se
registran de forma habitual en la periferia canaria y de fenómenos eruptivos
como el de La Restinga en El Hierro (2011) o el de Cumbre Vieja en La Palma
(2021). Son recordatorios de que las islas siguen vivas, geológicamente
hablando, y de que su historia natural aún se está escribiendo.
Reflexión
final
La
hipótesis de que las aves elefante pudieron llegar nadando a Lanzarote nos
invita a reflexionar sobre la extraordinaria interconexión entre geología,
biología y azar evolutivo. Los fósiles, en este caso cáscaras de huevo, son las
huellas silenciosas de un tiempo remoto en el que islas y continentes eran
otros, y donde seres hoy extinguidos caminaron por territorios que hoy
habitamos los humanos.
Lejos
de ser una simple curiosidad arqueológica, este hallazgo nos recuerda que la
historia de la vida y de la Tierra está en constante reescritura. Y que en
lugares como Lanzarote, donde la roca volcánica narra millones de años de
transformaciones, todavía se esconden capítulos insospechados del gran libro de
la evolución.
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