¿Es el plástico tan contaminante como se dice?
Por Bruno Perera.
Durante años
se ha repetido que el plástico es uno de los grandes enemigos del planeta. Se
le acusa de ser el responsable de la contaminación de mares y océanos, de la
muerte de miles de animales y de generar un legado casi eterno de basura. Sin
embargo, conviene matizar: ¿es realmente el plástico tan dañino como creemos, o
se ha exagerado su impacto en comparación con otros materiales?
El origen del plástico
El plástico es un material sintético derivado principalmente del petróleo crudo y, en menor medida, del gas natural. Su proceso de fabricación pasa por varias etapas:
Destilación del petróleo crudo. El crudo se calienta en una refinería y se separa en fracciones. De ahí se obtienen la nafta y el gasóleo ligero, base para producir plásticos.
1.
Craqueo o cracking. La nafta se somete a altas temperaturas y se rompen largas cadenas de
hidrocarburos en moléculas más simples, como etileno, propileno o butadieno,
los monómeros fundamentales.
2.
Polimerización. Estos monómeros se unen formando largas cadenas llamadas polímeros.
Ejemplos comunes son el polietileno (PE), el polipropileno (PP),
el poliestireno (PS) y el PET.
3.
Transformación en productos. Los polímeros se convierten en gránulos o pellets, que luego se moldean en
objetos cotidianos: botellas, envases, tuberías, bolsas o fibras textiles.
En resumen: petróleo
→ destilación → craqueo → polimerización → pellets → productos finales.
Plástico frente a otros materiales
Se suele
afirmar que el plástico puede tardar entre 300 y 500 años en degradarse.
Este dato se presenta como un argumento en su contra, pero también significa
que su descomposición es muy lenta y, por tanto, libera menos
sustancias tóxicas en cortos periodos de tiempo.
Otros
materiales, como el cobre, el hierro, el aluminio, el plomo o el latón,
se oxidan o corroen con mayor rapidez, liberando compuestos nocivos para los
seres vivos. Algo similar ocurre con el asbesto, cuyas fibras resultan
altamente peligrosas para la salud.
La diferencia
es clara:
1. Un ave o un pez que ingiere fragmentos de metal puede sufrir envenenamiento.
1. 1. Si traga pequeños trozos de plástico, lo más probable es que su organismo no los asimile y los expulse, sin que haya una liberación significativa de toxinas.
Incluso en el
uso humano cotidiano, beber agua en una taza de plástico resulta inocuo
siempre que el recipiente no esté expuesto a altas temperaturas. En cambio, una
taza metálica corroída puede transferir compuestos indeseados al organismo.
El verdadero problema: la gestión
Esto no
significa que el plástico sea inocente. Su impacto ambiental radica sobre todo
en la gestión deficiente de los residuos. El abandono de bolsas, envases
y botellas en el mar o en vertederos incontrolados genera problemas serios:
atragantamientos en animales, acumulaciones masivas y degradación paisajística.
El plástico,
en sí mismo, no es necesariamente más contaminante que otros materiales. Lo que
lo convierte en un símbolo de la crisis ambiental es el uso masivo y el
desecho irresponsable que caracteriza a nuestras sociedades de consumo.
Reflexión final
El debate
sobre el plástico no debería centrarse únicamente en demonizarlo, sino en mejorar
la gestión de residuos, fomentar el reciclaje y reducir el consumo innecesario.
El plástico ha permitido avances impensables en la medicina, la tecnología y la
vida cotidiana. Demonizarlo sin matices no ayuda a comprender el problema real:
no es el material en sí, sino lo que hacemos con él.
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