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lunes, 1 de septiembre de 2025

La expansión del globo terráqueo pudo haber sido la causa de la disgregación de Pangea

 

La expansión del globo terráqueo pudo haber sido la causa de la disgregación de Pangea

Por Bruno Perera.

Desde hace millones de años, nuestro planeta ha sido escenario de transformaciones colosales. Una de las más fascinantes es la existencia de Pangea, el supercontinente que, hace unos 200 millones de años, reunía toda la masa terrestre en una sola unidad. Esta imagen de la Tierra como un cuerpo compacto y unido ha capturado la imaginación de científicos, filósofos y soñadores por igual.

Pero ¿y si la separación de Pangea no fue solo un fenómeno geológico, sino parte de un proceso más profundo y cósmico?

La idea de que el globo terráqueo ha ido inflándose con el tiempo es una hipótesis audaz. Aunque la ciencia convencional no sostiene que la Tierra esté aumentando de tamaño de forma significativa, sí reconoce que el movimiento de las placas tectónicas ha generado una expansión del fondo oceánico, especialmente a lo largo de la Dorsal Mesoatlántica.

Esta dorsal, que se extiende desde el Polo Norte hasta el Polo Sur, actúa como una grieta activa desde la cual Pangea comenzó a disgregarse. Mientras los continentes han seguido separándose —unos hacia el este y otros hacia el oeste— el magma asciende por la Dorsal Mesoatlántica como si intentara cerrar la fisura que ha venido produciendo la separación continental. Este proceso continúa a un ritmo aproximado de 2 centímetros por año, separando lentamente las placas y creando nueva corteza terrestre.

Desde esta perspectiva, la fractura de Pangea puede verse como el resultado de una fuerza interna que empuja y transforma.

A medida que las placas tectónicas se estiran y se desplazan, se forman fosas oceánicas de hasta 11.000 metros de profundidad, como la Fosa de las Marianas. Estas zonas de subducción son testimonio del dinamismo interno de la Tierra. Al mismo tiempo, las fisuras en el manto terrestre y en el lecho marino permiten el surgimiento de islas volcánicas, que aparecen como brotes de vida entre los continentes.

Desde esta visión, las islas no son meros accidentes geológicos, sino manifestaciones de un proceso creativo que da forma al planeta de manera continua.

Más allá de la geología, surge una idea poderosa: el Cosmo-Poder, una fuerza creadora que rige y ordena toda la materia del universo. Esta energía, según mi visión, no solo impulsa la expansión de la Tierra, sino que también guía la fragmentación de Pangea para que los continentes se acomoden en posiciones que favorezcan el equilibrio planetario.

Así, el Cosmo-Poder no solo transforma, sino que compensa, ajustando la distribución de las masas terrestres para que la Tierra gire sin tambaleos y realice su traslación de forma armoniosa en la elíptica solar.

Esta interpretación sugiere que la evolución geológica de la Tierra no es caótica, sino parte de un diseño cósmico que busca el equilibrio. La fragmentación de Pangea, el surgimiento de islas, las profundidades oceánicas… todo responde a un proceso de ajuste que permite a la Tierra funcionar como un mecanismo perfecto.

Aunque la ciencia explica estos fenómenos mediante leyes físicas, esta visión añade una dimensión espiritual y filosófica: la idea de que hay intención y armonía detrás de cada transformación cosmológica.

 

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