El Cosmo-Poder y su influencia en nuestro mundo
Por Bruno Perera
En el grandioso y complejo tejido de la vida, donde cada ser,
desde el más diminuto microorganismo hasta nosotros, los humanos, desempeña un
papel fundamental, surge una pregunta que nos inquieta: ¿realmente tenemos
libre albedrío?
A menudo, nos vemos a nosotros como los arquitectos de
nuestro destino. Pero, al observar cómo funciona el mundo natural,
parece que estamos más bien siguiendo un guion que ya estaba escrito, uno que
se manifiesta en nuestro ADN. Cada reacción, cada instinto, cada impulso está
grabado en nuestras células, como si fuéramos marionetas de una fuerza cósmica
que nos ha diseñado con un propósito.
El Cosmo-Poder, esa energía primordial que dio origen a la
vida tras el Big Bang, no solo creó a los humanos y a los animales para que se
multiplicaran y poblaran la Tierra. También estableció mecanismos de control
que regulan esta proliferación. Plagas, depredación y guerras son algunas de
las herramientas que el Cosmo-Poder ha utilizado a lo largo de la historia para
mantener un equilibrio en el ecosistema. Sin estas fuerzas, la humanidad, junto
con el reino animal y vegetal, podría expandirse de tal manera que el planeta
no podría sostener a todos sus habitantes.
La naturaleza, en su sabiduría, ha diseñado un sistema de
equilibrio que, aunque a menudo puede parecer cruel, es esencial para la
supervivencia de las especies.
Este control no se limita solo a los animales. En el mundo de
las plantas, la competencia por recursos es feroz. Algunas especies han
evolucionado para eliminar a otras, buscando así crear espacios donde puedan
prosperar. Este fenómeno refleja los mismos principios que rigen la vida en
todos los reinos.
Todo está interconectado, y cada acción tiene una reacción,
un eco que resuena a través de los ecosistemas.
La idea de que los humanos podemos jugar a ser dioses,
intentando alterar o desafiar estas leyes naturales, es una ilusión. A pesar de
nuestros avances tecnológicos y científicos, seguimos siendo parte de un
sistema que nos supera. Las guerras, por ejemplo, son un recordatorio brutal de
que, a pesar de nuestra inteligencia y capacidad de razonamiento, estamos
sujetos a fuerzas que escapan a nuestro control.
La historia está llena de conflictos que no solo han surgido
por ambiciones territoriales o ideológicas, sino también como respuesta a la
sobrepoblación y la lucha por los recursos.
En este contexto, es vital que reflexionemos sobre nuestra
relación con el mundo que nos rodea. Aunque el Cosmo-Poder ha establecido
controles que parecen implacables, también nos ha otorgado la capacidad de
aprender y adaptarnos.
La clave está en reconocer que somos parte de un TODO que ya
fue impuesto por el Cosmo-Poder desde tiempos remotos y para la eternidad, según
el antojo universal que el mismo Cosmo-Poder creó y continúa transformando sin
que podamos cambiarlo en nada.
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