Borrar nombres de calles y eliminar monumentos dedicados a Franco no borra
dictaduras: solo oscurece la memoria
Por Bruno Perera.
En España se han empeñado en repetir el mismo
error histórico una y otra vez: creer que derribando piedras, placas y estatuas
se puede reescribir el pasado. Y desde hace años le ha tocado el turno a los
monumentos vinculados al franquismo. Una fiebre iconoclasta que, como casi todo
lo que nace desde la política, se hace sin pensar, sin medir y sin el más
mínimo rigor.
Porque si empezamos por ahí, siguiendo la misma
lógica habría que borrar también los símbolos, homenajes y placas de los
republicanos radicales, de los comunistas, de los anarquistas y de todos los
que participaron en uno de los episodios más violentos de nuestra historia. Si
quemamos un lado, habría que quemar el otro. Pero claro, eso ya no conviene a
quien controla el relato.
La obsesión por borrar símbolos franquistas no
nace de un afán histórico, sino de una guerra cultural barata,
disfrazada de memoria. No se retiran estatuas para proteger a las víctimas,
sino para manipular el presente. Porque la memoria real no necesita martillos:
necesita verdad.
Y la verdad es que los dos bandos cometieron
atrocidades. Hubo fusilamientos, persecuciones, checas, represalias,
torturas y abusos en ambos lados. Sin embargo, la política española –que vive
permanentemente del enfrentamiento– ahora pretende que solo uno de los bandos
encarna el mal absoluto y que el otro fue un grupo de héroes angelicales. Basta
abrir cualquier archivo serio para ver que eso es falso.
Pero destruir monumentos no arregla nada. No
resucita a nadie. No repara nada. Solo sirve para crear una historia
mutilada, una memoria parcial y una sociedad enfrentada con fantasmas de
hace casi cien años.
Porque si seguimos así, al final habrá que quemar
libros, derribar iglesias, tapar placas republicanas, purgar archivos y
reescribirlo todo desde cero. Y eso, curiosamente, es exactamente lo que hacen
las dictaduras que dicen querer combatir.
Datos y
contexto histórico
1. Legislación relevante
- Ley 52/2007 (Memoria Histórica): obliga a
retirar símbolos que exalten la dictadura franquista, pero no ordena
destruir patrimonio histórico o artístico.
- Ley 20/2022 (Memoria Democrática): amplía
la retirada de elementos que glorifiquen dictaduras, pero permite
conservar piezas de valor histórico en museos.
2. Símbolos retirados en España
- Entre 2007 y 2024 se retiraron más de 1.700 símbolos franquistas,
según inventarios municipales y del Ministerio de Cultura.
- La mayoría eran placas, escudos o nombres de calles. Solo un
porcentaje mínimo tenía valor artístico relevante.
3. Violencia en ambos bandos (1936–1939)
- Represión franquista:
estimada entre 100.000 y 150.000 víctimas durante y después de la guerra
(según trabajos de Julián Casanova, Paul Preston y el CSIC).
- Represión republicana: entre
38.000 y 50.000 asesinados, incluidos religiosos, civiles y políticos
(según Salas Larrazábal, Payne, Moa y otros historiadores).
- Las cifras varían según autores, pero todos coinciden en algo
esencial: los dos bandos cometieron crímenes masivos.
4. Modelos internacionales de memoria histórica
- Alemania: no existe simbología nazi en espacios
públicos, pero se conservan campos de concentración y museos con
información completa y contextualizada.
- Italia: el fascismo dejó numeroso patrimonio
arquitectónico que no ha sido demolido, sino contextualizado.

No hay comentarios:
Publicar un comentario