Los políticos son creadores profesionales de bulos
Por Bruno
Perera
Los bulos no
son una invención de Internet ni de las redes sociales. Los bulos nacieron
mucho antes, en las bocas de los políticos. Desde que existe el poder, existe
la mentira organizada. Cada vez que un político abre la boca para “informar”,
“tranquilizar” o “explicar”, el ciudadano sabe —por experiencia— que algo se
manipula, se oculta o se retuerce.
Resulta, por
tanto, una ironía grotesca que sean los mismos políticos quienes hoy se erigen
como guardianes de la verdad y promotores de leyes contra los bulos. Ellos, que
hacen de la manipulación un arte, se presentan ahora como los grandes
defensores de la información veraz. Pero la realidad es otra: su objetivo no es
proteger al ciudadano, sino controlar el discurso público. Lo que temen
no son los bulos, sino las voces libres que no dependen de sus gabinetes
de comunicación ni de los medios subvencionados.
En la
práctica, se intenta convertir la lucha contra la desinformación en un
instrumento de censura. Si un mensaje coincide con la línea oficial, es
“verdad”. Si la contradice, se etiqueta como “bulo”. Así de simple. Pero el
problema no está solo en el poder político: también muchos medios de
comunicación y supuestos “verificadores” actúan como filtros ideológicos,
no como defensores objetivos de la verdad.
Por otra
parte, vivimos en una época donde el insulto sustituye al argumento. Unos se
acusan de comunistas, otros de independentistas, y los demás de
ultraderechistas. Las etiquetas vuelan más rápido que las ideas. Todo se reduce
a señalar al adversario y deshumanizarlo. Esta es la nueva estrategia: dividir
a la sociedad, enfrentar a los ciudadanos y distraerlos de los verdaderos
problemas.
Mientras
tanto, la economía se estanca, la sanidad se degrada, la educación se politiza
y la gente común —la que madruga y paga impuestos— queda atrapada entre la
mentira y la propaganda.
Si realmente
quisieran acabar con los bulos, los políticos deberían empezar cerrando sus
propios gabinetes de manipulación y rindiendo cuentas con transparencia
total. Pero eso no ocurrirá, porque la mentira es el aire que respira el
poder.
Datos y
contexto
La
desinformación política no es nueva. Estudios del Reuters Institute
(2023) señalan que la principal fuente de desconfianza informativa entre los
ciudadanos europeos es la manipulación política, no las redes sociales.
En España,
informes de Maldita.es y Newtral muestran que más del 40 % de los
bulos políticos detectados provienen o se amplifican desde partidos o cargos
públicos.
La Unión
Europea financia programas de “lucha contra la desinformación”, pero
organizaciones de periodistas han advertido que, sin garantías de
independencia, estos mecanismos pueden derivar en censura.

No hay comentarios:
Publicar un comentario