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viernes, 24 de octubre de 2025

Los políticos son creadores profesionales de bulos

 


Los políticos son creadores profesionales de bulos

Por Bruno Perera

Los bulos no son una invención de Internet ni de las redes sociales. Los bulos nacieron mucho antes, en las bocas de los políticos. Desde que existe el poder, existe la mentira organizada. Cada vez que un político abre la boca para “informar”, “tranquilizar” o “explicar”, el ciudadano sabe —por experiencia— que algo se manipula, se oculta o se retuerce.

Resulta, por tanto, una ironía grotesca que sean los mismos políticos quienes hoy se erigen como guardianes de la verdad y promotores de leyes contra los bulos. Ellos, que hacen de la manipulación un arte, se presentan ahora como los grandes defensores de la información veraz. Pero la realidad es otra: su objetivo no es proteger al ciudadano, sino controlar el discurso público. Lo que temen no son los bulos, sino las voces libres que no dependen de sus gabinetes de comunicación ni de los medios subvencionados.

En la práctica, se intenta convertir la lucha contra la desinformación en un instrumento de censura. Si un mensaje coincide con la línea oficial, es “verdad”. Si la contradice, se etiqueta como “bulo”. Así de simple. Pero el problema no está solo en el poder político: también muchos medios de comunicación y supuestos “verificadores” actúan como filtros ideológicos, no como defensores objetivos de la verdad.

Por otra parte, vivimos en una época donde el insulto sustituye al argumento. Unos se acusan de comunistas, otros de independentistas, y los demás de ultraderechistas. Las etiquetas vuelan más rápido que las ideas. Todo se reduce a señalar al adversario y deshumanizarlo. Esta es la nueva estrategia: dividir a la sociedad, enfrentar a los ciudadanos y distraerlos de los verdaderos problemas.

Mientras tanto, la economía se estanca, la sanidad se degrada, la educación se politiza y la gente común —la que madruga y paga impuestos— queda atrapada entre la mentira y la propaganda.

Si realmente quisieran acabar con los bulos, los políticos deberían empezar cerrando sus propios gabinetes de manipulación y rindiendo cuentas con transparencia total. Pero eso no ocurrirá, porque la mentira es el aire que respira el poder.

Datos y contexto

La desinformación política no es nueva. Estudios del Reuters Institute (2023) señalan que la principal fuente de desconfianza informativa entre los ciudadanos europeos es la manipulación política, no las redes sociales.

En España, informes de Maldita.es y Newtral muestran que más del 40 % de los bulos políticos detectados provienen o se amplifican desde partidos o cargos públicos.

La Unión Europea financia programas de “lucha contra la desinformación”, pero organizaciones de periodistas han advertido que, sin garantías de independencia, estos mecanismos pueden derivar en censura.

 

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