¿Cuándo pueden los inmigrantes en pateras,
zodiacs o cayucos ver las luces de Canarias?
Por
Bruno Perera.
Cuando
cae la noche sobre el Océano Atlántico y una patera, zodiac o cayuco se
aproxima al archipiélago canario, los inmigrantes que viajan a bordo suelen
escudriñar el horizonte en busca de señales luminosas que indiquen la cercanía
de tierra firme. Sin embargo, la curvatura de la Tierra impone límites físicos
que la vista humana no puede superar, incluso en condiciones óptimas.
Según
los principios de la geometría terrestre, un observador cuyo ojo se sitúe a
unos dos metros sobre el nivel del mar —una altura aproximada para alguien
sentado o de pie en una patera— solo puede distinguir objetos ubicados hasta
unos cinco kilómetros más allá del horizonte.
Por
otro lado, si las luces de hoteles o edificios en Canarias se encuentran a una
altura media de treinta metros sobre el nivel del mar, su propio alcance visual
hacia el horizonte es de unos 19,5 kilómetros.
Al
sumar ambas distancias y aplicar una corrección por refracción atmosférica
(aproximadamente un 6 %), la visibilidad máxima teórica se sitúa entre 24,5 y 26
kilómetros. Es decir, los inmigrantes que zarpan desde la costa africana —por
ejemplo, desde Tarfaya, a unos 95 kilómetros del puerto de Fuster, en
Fuerteventura— no pueden ver las luces de Canarias hasta encontrarse a menos de
25 kilómetros de las islas.
Aunque
algunos viajeros aseguran haber divisado luces desde distancias mucho mayores,
estas percepciones suelen deberse a ilusiones ópticas, refracción atmosférica
anómala o errores de orientación. En condiciones normales, ningún ojo humano
situado a ras de mar puede vencer la curvatura terrestre ni distinguir luces
tan lejanas, salvo que estas se encuentren en montañas, faros elevados o se den
circunstancias atmosféricas extraordinarias.
Cálculos
de visibilidad
A
continuación, se presentan los cálculos utilizados para estimar la distancia
máxima teórica de visibilidad nocturna desde una patera, zodiac o cayuco:
1.
Fórmula de distancia al horizonte
[
d = 3{.}57 \times \sqrt{h} ]
Donde:
- (
d ) = distancia al horizonte en kilómetros
- (
h ) = altura sobre el nivel del mar en metros
2.
Datos utilizados
- Altura
del observador (inmigrante en patera): 2 m
- Altura
de las luces de los hoteles: 30 m
- Corrección
por refracción atmosférica: +6 %
3.
Cálculo de distancias
[
d_{\text{observador}} = 3{.}57 \times \sqrt{2} = 5{.}05\ \text{km} ] [
d_{\text{hotel}} = 3{.}57 \times \sqrt{30} = 19{.}55\ \text{km} ] [
d_{\text{total}} = (5{.}05 + 19{.}55) \times 1{.}06 = 26{.}1\ \text{km} ]
4. Conversión a millas náuticas
[
26{.}1\ \text{km} \div 1{.}852 = 14{.}1\ \text{millas náuticas} ]
5.
Interpretación final
La
distancia máxima teórica a la que una persona en una patera puede ver las luces
de hoteles situadas a 30 metros de altura en Canarias es de aproximadamente 26
km, es decir, unas 14 millas náuticas. La cifra de 24,5 km citada en el
artículo se corresponde con un valor medio, considerando ligeras variaciones en
la altura del observador y en la refracción real del aire sobre el océano.
Nota:
Los inmigrantes ilegales que embarcan en pateras, zodiacs o cayucos y nunca
llegan a ver las luces de Canarias no mueren: los devora el Atlántico.
El mar se los traga con sus sueños, su miedo y las mentiras que otros les
contaron. Les prometieron un paraíso y los vendieron como carne en un mercado
invisible.
Detrás de esas promesas están las mafias, las oenegés
de fachada, los políticos sin entrañas y los empresarios que cuentan billetes
manchados de sal y sangre.
Unos hacen fortuna con el dolor; otros amasan votos con la tragedia. Todos beben
del mismo charco inmundo: el de la miseria humana.
Se disfrazan de salvadores, pero son carroñeros que huelen el sufrimiento a
kilómetros.
Son la escoria real del mundo: los que convierten el hambre en propaganda y la
muerte en espectáculo subvencionado.
Y mientras tanto, la Unión Europea paga la función.
Se arrodilla, abre la cartera y se tapa los ojos. Financia el chantaje de
gobiernos africanos corruptos, de las mafias y del teatro político de quienes
comercian con vidas humanas.
El mar sigue tragándose cuerpos en silencio, mientras el llamamiento continúa
con promesas falsas que ofrecen una libertad social y económica que casi nadie
alcanza.
Y todo sucede ante nuestros ojos, en unas islas ya saturadas por una
inmigración ilegal que llega por mar y también por aire.

No hay comentarios:
Publicar un comentario