Tal vez el universo que conocemos nació en el centro de la
NADA CUÁNTICA
Por Bruno Perera
En el inmenso y misterioso cosmos que habitamos, la pregunta
sobre el origen del universo ha fascinado a filósofos, científicos y curiosos
por igual. Una de las teorías más intrigantes sugiere que el universo material
que conocemos pudo haber surgido en el centro de lo que llamamos la "NADA
CUÁNTICA". Este concepto, que desafía nuestra comprensión habitual de la
realidad, plantea la posibilidad de que la existencia misma se haya originado
en un estado primordial de vacío cuántico, donde las leyes de la física, tal
como las conocemos, no aplican.
La NADA CUÁNTICA no es simplemente un vacío sin vida; es un
estado lleno de potencialidad, donde las partículas subatómicas pueden surgir y
desaparecer en un parpadeo. En este contexto, el Big Bang podría ser visto como
una explosión de creación que emergió en el centro de esta NADA CUÁNTICA,
impulsada por la misteriosa partícula de Higgs. Esta partícula, que otorga masa
a otras partículas, podría haber jugado un papel crucial en la transición de la
NADA CUÁNTICA a un universo en expansión.
La idea de que la NADA CUÁNTICA sigue existiendo, tanto
dentro como fuera del universo material, sugiere que el cosmos no es un ente
aislado, sino parte de un Todo Cuántico que trasciende nuestras limitaciones
temporales y espaciales. Este TODO CUÁNTICO, sin principio ni fin, desafía
nuestra comprensión de la medición y el cálculo, ya que se encuentra más allá
de las dimensiones que podemos percibir.
Por otro lado, cuando hablamos del "radio del
universo", es fundamental entender que este concepto puede ser engañoso. Los
astrónomos estiman que el universo observable tiene un radio de aproximadamente
46.5 mil millones de años luz. Sin embargo, desde el Big Bang hasta la Tierra
se cuentan 13.800 millones de años. Este número no representa un límite físico,
sino más bien una medida de la distancia que la luz ha viajado desde el Big
Bang hasta la Tierra. Debido a la expansión del universo, los objetos más
distantes que podemos observar están ahora mucho más lejos de lo que estaban
cuando la luz fue emitida.
Es importante destacar que la luz emitida por el Big Bang
hasta la Tierra ha recorrido 13.800 millones de años luz, -billones en inglés-, lo que equivale a
aproximadamente \(1.308 \times 10^{19}\) kilómetros. Este fenómeno nos lleva a
considerar que el universo en su totalidad debe ser mucho más grande, y sin duda también infinito, que da a pensar que después de la NADA CÓSMICA que imaginamos, debe haber otra clase de expansión plena que nunca tuvo principio ni final, y que por tanto es continua como un sueño seguido de otros sueños. La continua expansión del cosmos sugiere que hay regiones que nunca
podremos observar, lo que plantea preguntas sobre la naturaleza de la realidad
y nuestro lugar en ella.
La intersección entre la NADA CUÁNTICA y el universo material
nos invita a reflexionar sobre la esencia misma de la existencia. Si la
creación del universo fue un acto de emergencia desde un estado de vacío
cuántico, ¿qué significa esto para nuestra comprensión de la vida, la materia y
el tiempo? La ciencia moderna, con su enfoque en la observación y la medición,
se enfrenta a los límites de lo que podemos conocer.
En última instancia, la exploración de estos conceptos no
solo nos acerca a la comprensión del cosmos, sino que también nos recuerda la
humildad necesaria ante la inmensidad del universo. La búsqueda de respuestas
sobre nuestro origen y el destino del cosmos es un viaje que apenas comienza, y
cada descubrimiento nos acerca un poco más a desentrañar los misterios de la
NADA CUÁNTICA que nos rodea y que está regida por el Cosmo-Poder.

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