¿Es posible realmente
dividir Palestina e Israel en dos Estados viables?
Por
Bruno Perera
La llamada solución de los dos Estados
—crear una nación israelí y otra palestina coexistiendo una al lado de la otra—
lleva más de medio siglo sobre la mesa, pero nunca ha llegado a materializarse.
Sobre el
papel, parece una fórmula justa y razonable: Israel conservaría su soberanía y seguridad,
y los palestinos
tendrían por fin un Estado propio.
Sin embargo,
cuando se analiza el mapa real, los obstáculos prácticos y políticos se vuelven
evidentes: los
territorios palestinos están fragmentados, rodeados casi por
completo por Israel y con apenas una mínima salida al mar.
El rompecabezas territorial: Gaza y
Cisjordania
El
territorio que aspira a conformar el futuro Estado palestino está dividido en dos zonas no contiguas:
·
La Franja de Gaza, junto al
Mediterráneo, de apenas 41 km de longitud y controlada por Hamás desde 2007.
·
Cisjordania, al este de Israel y
pegada a Jordania, donde se concentra la mayor parte de la población palestina
y la Autoridad Nacional Palestina.
Entre ambas
hay unos 70 km de territorio israelí, lo que convierte al futuro Estado
palestino en un conjunto
de islas políticas desconectadas entre sí.
Además, Cisjordania está profundamente
fragmentada por carreteras, muros y más de 140 asentamientos
israelíes, lo que dificulta aún más una continuidad territorial.
Propuestas técnicas para hacer viable la
división
Intercambios
territoriales (land swaps):
Israel incorporaría los grandes bloques de asentamientos cercanos a su
frontera, y en compensación cedería a Palestina zonas equivalentes dentro de su
territorio.
Esta fórmula fue contemplada en los Clinton
Parameters (2000) y en el Plan
de Ginebra (2003).
·
➕ Permitiría mantener cierta continuidad
palestina.
·
➖ Israel debería renunciar a parte de su
territorio soberano, algo políticamente impopular.
Corredor
entre Gaza y Cisjordania:
Un corredor terrestre, ferroviario o subterráneo bajo control internacional o
conjunto garantizaría el tránsito palestino entre ambas zonas.
·
➕ Crearía un Estado funcionalmente unido.
·
➖ Israel teme que se convierta en una vía de
contrabando de armas o infiltraciones.
Soberanía
compartida en zonas sensibles:
Jerusalén Este o el corredor podrían tener regímenes de administración especial
o internacional, garantizando el acceso de ambas partes.
·
➕ Evitaría conflictos directos por soberanía.
·
➖ Requeriría un alto nivel de cooperación y
supervisión internacional.
Derechos
de acceso al mar:
Aun con poco litoral, Palestina podría gozar de un puerto propio o del derecho
de uso compartido de instalaciones israelíes, conforme al derecho internacional
para Estados sin litoral.
·
➕ Facilitaría el comercio y la independencia económica.
·
➖ Requeriría garantías permanentes de
seguridad marítima por parte de Israel.
Ventajas de la solución de dos Estados
·
Reconocimiento internacional pleno: Palestina pasaría de
ser un territorio ocupado a un Estado soberano reconocido por la ONU.
·
Seguridad y estabilidad regional: Si se lograra una
paz duradera, Israel obtendría fronteras claras y relaciones diplomáticas
estables con sus vecinos árabes.
·
Fin de la ocupación: Millones de
palestinos tendrían un marco legal propio y autonomía política.
·
Desarrollo económico: Acceso directo a
ayuda internacional y cooperación económica a gran escala.
·
Normalización diplomática: Se facilitaría la
integración de Israel en el entorno árabe, como ya ocurre con los Acuerdos de
Abraham.
Inconvenientes y obstáculos
·
Asentamientos israelíes: Más de medio millón
de colonos viven en Cisjordania, y su evacuación o reasignación es uno de los
mayores puntos de conflicto.
·
Desconfianza mutua: Décadas de
violencia, ocupación y atentados han destruido la confianza entre ambas
poblaciones.
·
Jerusalén: Ciudad santa para
las tres religiones monoteístas, ambas partes la reclaman como capital.
·
División palestina interna: La fractura entre la
Autoridad Nacional Palestina (en Cisjordania) y Hamás (en Gaza) complica
cualquier negociación unitaria.
·
Cuestiones de seguridad: Israel exige
garantías absolutas frente al terrorismo, lo que limita la soberanía palestina
en fronteras y espacio aéreo.
·
Resistencia política interna: Tanto en Israel como
en Palestina, los sectores más duros se oponen frontalmente a la cesión
territorial o a la coexistencia plena.
Perspectiva actual
Aunque la
comunidad internacional sigue apoyando oficialmente la solución de los dos Estados,
la expansión de los
asentamientos israelíes, la polarización política en ambos bandos y
la ausencia de un
proceso de paz real han reducido drásticamente su viabilidad práctica.
Hoy, incluso
muchos diplomáticos y analistas reconocen que el mapa actual se aleja cada vez más de la posibilidad de
trazar fronteras viables para un Estado palestino contiguo.
Conclusión
La creación
de dos Estados, uno israelí y otro palestino, no es imposible, pero requeriría una reconfiguración territorial compleja
y una voluntad política
extraordinaria que hoy parece ausente.
El terreno
puede dividirse con corredores, intercambios y garantías internacionales; pero la paz solo puede construirse si ambas
partes aceptan renunciar a parte de sus aspiraciones históricas.
Sin ese paso
mutuo, cualquier mapa
—por muy bien trazado que esté— seguirá siendo solo un dibujo sobre el papel.
Fuentes contrastadas
·
Clinton Parameters (Camp David, 2000).
·
Plan de Ginebra (2003).
·
Resoluciones 242 (1967) y 338 (1973) del Consejo de
Seguridad de la ONU: base del principio “territorios por paz”.
·
Acuerdos de Oslo (1993-1995): reconocimiento mutuo
Israel–OLP.
·
United Nations Office for the Coordination of
Humanitarian Affairs (OCHA): mapas sobre fragmentación territorial
palestina.
·
The Geneva Initiative, Two-State Solution Maps (2014).
·
Peace to Prosperity Plan (EE. UU., 2020).
·
International Maritime Law (UNCLOS, Art. 125): derechos de acceso
al mar para Estados sin litoral.
·
Human Rights Watch y B’Tselem
(2023): informes sobre asentamientos y situación en Cisjordania.
Posdata: La repartición de
la Zona Económica Exclusiva (ZEE) frente a las costas de Palestina e Israel es
un auténtico rompecabezas. Ninguno de los dos países aceptará que el otro
controle más de la mitad del litoral mediterráneo, y ambos reclamarán la misma
proporción. El dilema se agrava al intentar decidir qué parte correspondería a
cada uno —si la del norte o la del sur— y se complica aún más sabiendo que en
esa zona ya se han detectado bolsas de gas e incluso posibles yacimientos de
petróleo.

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