Vista de lo más lejano captado del universo.
El Cosmo-Poder, la naturaleza y el libre albedrío
Por Bruno Perera.
Pensando que es mucho más fácil explicar mis conjeturas a través
de párrafos, permítanme que a continuación los enumere.
1. En el inmenso escenario del universo y la vida, donde el TODO
comenzó desde la NADA con el Cosmo-Poder, el Big Bang y la partícula de Higgs,
surge una fuerza primordial que yo llamo el Cosmo-Poder. Para mí, este es el
Poder Cósmico que dio origen a TODO, la fuerza que creó desde la NADA CÓSMICA
la materia, la energía y las leyes que rigen nuestro cosmos.
2. A lo largo de la historia, diferentes culturas y
tradiciones han utilizado nombres diversos para referirse a esta entidad
suprema: YHUW, Theus, Deus, Dios, Good, Goot, Domene-Zeus, Ahlá, entre otros.
Pero, más allá de los nombres, lo que importa es entender su papel en la
creación y en la naturaleza de la existencia.
3. El concepto que quiero explorar aquí es que el
Cosmo-Poder, en su unicidad e infinita sabiduría y sin intención de intervenir
en los detalles de la vida, no otorgó a los seres humanos un libre albedrío
absoluto.
4. Desde esta perspectiva, nuestras acciones, decisiones y
comportamientos están profundamente influenciados por nuestra composición
genética y nuestras necesidades básicas.
5. La herencia genética, esa carga de información que
recibimos de nuestros ancestros, determina en gran medida quiénes somos, qué
buscamos y cómo respondemos a las circunstancias del mundo.
6. Es importante aclarar que, si bien muchas religiones y
filosofías hablan de pecado, virtud y moral, desde esta visión el
comportamiento humano no puede ser reducido a una moralidad impuesta por un ser
externo.
7. No existe un juicio divino que castigue o premie nuestras
acciones, sino que todo lo que hacemos responde a nuestras necesidades de
supervivencia y reproducción.
8. En este sentido, no hay acciones intrínsecamente buenas o
malas; simplemente actuamos en función de lo que más nos conviene en cada
momento.
9. El hecho de que el Cosmo-Poder no haya implantado en
nuestro ADN una virtud moral o un libre albedrío absoluto revela una visión del
universo como un sistema sin piedad ni favoritismos.
10. La vida, en su esencia, es una lucha constante por la
supervivencia, donde unos animales comen a otros, y los humanos, en su
complejidad, también participan en esta dinámica.
11. Somos, en última instancia, polvo de estrellas, herederos
de una herencia cósmica que nos lleva a competir, adaptarnos y, en ocasiones, a
dominar unos sobre otros, igual que lo hace en sus transformaciones toda la
materia que compone el universo.
12. Este enfoque no busca justificar la violencia o la
crueldad, sino entender que la existencia misma está marcada por la necesidad y
la adaptación.
13. La vida universal no es un escenario de moralidad
absoluta, sino un proceso de selección natural en el que la materia y cada ser
buscan su supervivencia y la de su descendencia.
14. La idea de que el universo, a través del Cosmo-Poder, nos
haya dejado sin un libre albedrío moral, nos invita a reflexionar sobre nuestra
verdadera naturaleza y sobre cómo podemos, desde esa comprensión, construir una
convivencia más consciente y respetuosa.
15. Aceptar que el Cosmo-Poder no nos otorgó un libre
albedrío absoluto y que nuestras acciones están determinadas en gran medida por
nuestra biología y necesidades, nos permite entender mejor la complejidad de la
vida y la del universo.
16. Esta sabiduría natural nos invita a dejar de lado las
culpas y los juicios morales impuestos desde afuera a través de religiones, y a
reconocer que somos parte de un vasto proceso cósmico donde la supervivencia y
la adaptación son las fuerzas que realmente guían nuestro destino.
17. Final. Solo conociendo el verdadero origen de nuestra composición
genética podremos avanzar hacia una existencia más auténtica, consciente y en
armonía con la naturaleza del universo que nos dio origen y que nos mantiene,
por un tiempo, en el Gran y Único Sueño que es la vida y la muerte, sin que
tengamos la opción del libre albedrío para escoger ser santos ni tampoco para vivir una estancia
terrenal eterna.
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