Todo lo habido en el universo tiene vida, semi o completa
Por Bruno Perera
Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha buscado entender
su lugar en el grandioso cosmos. En esta búsqueda, surge una reflexión
profunda: ¿qué es la vida? ¿Qué significa estar vivo? A través de la historia,
filósofos, científicos y pensadores han intentado desentrañar estos misterios,
y en este artículo, propongo una visión que abarca desde la NADA hasta la
complejidad del universo.
La NADA, en su esencia más pura, es Pura Energía. Esta
energía, que ha existido desde siempre, es el sustrato fundamental de todo lo
que conocemos. Nadie puede afirmar con certeza cómo se formó esta energía
primordial, pero lo que sí sabemos es que, hace aproximadamente 13.800 millones
de años, esta NADA dio origen al Big Bang, un evento cataclísmico que marcó el
inicio de nuestro universo. La partícula de Higgs, conocida como la
"partícula de Dios", desempeñó un papel crucial en este proceso,
otorgando masa a las partículas y permitiendo la formación de estructuras
complejas.
Todo lo que existe en el universo, desde las partículas más
diminutas hasta las galaxias más colosales, está compuesto de algo. Este
entramado de partículas se manifiesta en diversas formas: agujeros negros,
estrellas, planetas, asteroides, cometas, etc. Cada uno de estos elementos,
aunque aparentemente inanimados, forma parte de un ciclo continuo de creación y
destrucción. En este contexto, la vida en la Tierra se presenta como una
manifestación más de este complejo tejido cósmico.
La vida, sin embargo, no es un concepto monolítico. En mi
visión, existe una distinción fundamental entre la vida con alma y la vida sin
alma. Los seres humanos, los animales, las plantas y los árboles poseen un
alma, una chispa de energía que les conecta con la NADA de donde provienen.
Cuando estos seres mueren, su alma regresa a la Energía Cuántica,
reintegrándose al vasto océano de existencia. Este ciclo de vida y muerte es,
en esencia, un retorno a la fuente, un recordatorio de nuestra conexión
intrínseca con el universo.
Por otro lado, aquellos elementos que carecen de alma, como
las rocas o los minerales, no experimentan la muerte de la misma manera. Su
existencia no está unida por una chispa vital, sino por la agrupación de
átomos. Estos componentes, aunque no poseen conciencia ni alma, son igualmente
parte del gran entramado del universo. Su "vida" es diferente, pero
no menos significativa. En este sentido, todo lo que existe tiene su lugar y su
función, contribuyendo al equilibrio del cosmos.
En conclusión, al contemplar el universo y su infinita
diversidad, es esencial reconocer que todo lo habido tiene vida, ya sea de
forma completa o semi. Desde la NADA que es pura energía hasta las complejas
formas de vida que conocemos, cada elemento juega un papel en el gran teatro
cósmico. La vida, en sus múltiples manifestaciones, es un recordatorio de
nuestra conexión con el todo, una invitación a explorar y comprender el
misterio que nos rodea.
En última instancia, somos parte de un inmenso y maravilloso
entramado, donde cada átomo, cada estrella y cada alma tiene su propia historia que
contarnos, como nanas que nos ayudan a seguir soñando en nuestro espacio de vida.
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