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domingo, 2 de febrero de 2025

En esta vida debemos masticar y tragar de todo para poder seguir viviendo

 


En esta vida debemos masticar y tragar de todo para poder seguir viviendo 

Por Bruno Perera

La vida es como un buffet libre: hay de todo, desde platos exóticos hasta esos misteriosos guisos que parecen haber sido preparados por un chef que se olvidó de la receta y decidió improvisar con lo que encontró en la nevera. Y así, en este gran banquete de la existencia, nos encontramos con una verdad innegable: si no comes, te mueres. Y si comes y no masticas, te atragantas y también te mueres. ¡Vaya dilema!

Imagina que estás en una cena elegante, rodeado de gente que parece haber salido de una revista de moda. Todos están disfrutando de su comida, mientras tú, con una mirada de terror, observas un plato que parece tener más colores que un arcoíris. Te preguntas: "¿Esto es comida o una obra de arte moderna?" Pero, al final, decides tragar, y, con un poco de suerte, no terminarás en la sala de emergencias.

Ahora, hablemos de la vida misma. Es un buffet de experiencias, y a veces te sirven cosas que no pediste. Puede que te encuentres con un jefe que parece haber sido criado por lobos, o con un amigo que tiene la habilidad de hacer que cada conversación se sienta como una clase magistral de incomodidad. Pero, ¿qué hacemos? ¡Tragamos! Porque si no lo engullimos, nuestra mente se convierte en un disco rayado que no acepta el mundo que la rodea. Y créeme, nadie quiere ser ese disco rayado que se queda atrapado en la misma canción de "Despacito".

La vida es un constante ejercicio de masticar lo que nos echan. Desde las pequeñas frustraciones diarias, como que el café esté frío, hasta los grandes desastres, como que tu pareja decida que es un buen momento para hablar de "nuestro futuro" justo cuando estás a punto de terminar la última temporada de tu serie favorita. En esos momentos, lo mejor que puedes hacer es tragar, masticar y seguir adelante. O, en su defecto, buscar un trozo de chocolate para ahogar las penas.

Y no olvidemos que, a veces, lo que nos toca tragar es un poco más amargo. La vida tiene la extraña costumbre de servirnos lecciones en bandejas de plata, y a menudo son más difíciles de digerir que un filete mal cocido. Pero aquí está el truco: si aprendes a masticar bien, esas lecciones pueden convertirse en sabrosos recuerdos que te acompañarán en el camino. ¡Y quién sabe! Tal vez un día te encuentres contando anécdotas sobre cómo sobreviviste a esa reunión familiar en la que todos decidieron hablar de política.

Así que, amigos, en esta vida debemos masticar y tragar de todo para poder seguir viviendo. Desde las comidas extrañas hasta las situaciones incómodas, todo forma parte del gran menú que nos ofrece la existencia. Y si alguna vez te sientes abrumado, recuerda: siempre puedes pedir un poco de postre. Después de todo, la vida es demasiado corta para no disfrutar de un buen trozo de pastel, incluso si a veces hay que tragarse primero un par de espinacas. ¡Buen provecho en esta vida!

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