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miércoles, 29 de enero de 2025

Las religiones: caminos diversos que a menudo nos separan

 


Las religiones: caminos diversos que a menudo nos separan 

Por Bruno Perera 

Desde tiempos antiguos, las religiones han sido un pilar fundamental en la formación de sociedades y culturas. Sin embargo, a lo largo de la historia, también han demostrado ser una de las principales fuentes de división entre pueblos y naciones. La creación de creencias y dogmas ha dado lugar a leyes que, en lugar de unir, han fragmentado a la humanidad en múltiples facciones. 

En la antigua Mesopotamia se desarrollaron las primeras religiones organizadas, estableciendo las bases para sistemas de creencias más complejos. Egipto, en tiempos de los faraones, con su rica mitología y prácticas religiosas, adoptó y adaptó muchas de las creencias de Mesopotamia, creando un legado que perduró durante unos 3.000 años. 

Israel y Judá fueron dos reinos que surgieron tras la división del Reino Unido de Israel, que se había formado bajo el reinado de Saúl, David y Salomón. El Reino de Israel se estableció alrededor del año 931 a.C., tras la muerte del rey Salomón, cuando el reino se dividió en dos. Israel, también conocido como el Reino del Norte, incluía diez de las doce tribus de Israel, mientras que el Reino de Judá, que abarcaba las tribus de Judá y Benjamín, se mantuvo en el sur con su capital en Jerusalén. 

Ambos reinos coexistieron durante varios siglos, hasta que Israel fue conquistado por los asirios en el 722 a.C. y Judá por los babilonios en el 586 a.C. En ese contexto, surgieron textos fundamentales como la Torá, que dio origen al Antiguo Testamento. El cristianismo emergió con las enseñanzas de Cristo alrededor del año 35 d.C., y el islam se estableció entre los años 610 y 632 d.C. Estos ejemplos ilustran cómo las religiones han cambiado y se han expandido, cada una con sus propias enseñanzas y principios. 

A pesar de que las religiones se presentan como guías para convivir en armonía y paz, al examinarlas más de cerca, encontramos que muchas de ellas están marcadas por el odio y la violencia. En ocasiones, los textos sagrados incluyen mandatos que justifican la violencia contra quienes no comparten las mismas creencias. Esta dualidad entre la búsqueda de la paz y la promoción de la intolerancia ha provocado conflictos interminables a lo largo de la historia. 

La imposición de dogmas religiosos en las leyes de diferentes naciones ha perpetuado la división entre los pueblos. En muchos casos, las leyes basadas en creencias antiguas se han aplicado de forma estricta, lo que ha generado tensiones entre distintos grupos religiosos. Por ejemplo, la relación entre judíos, cristianos y musulmanes ha estado marcada por la desconfianza y el conflicto, en parte debido a la interpretación inflexible de las enseñanzas religiosas y la implementación de leyes como la Sharía en algunas sociedades. Por estas diferencias, es crucial considerar la posibilidad de un mundo sin religiones, pero con leyes hechas por la sociedad y que no tengan relación alguna con una u otra religión. 

Aunque el racismo y la xenofobia seguirían siendo problemas a erradicar, la eliminación de las divisiones religiosas podría facilitar una mayor comprensión y convivencia entre las personas. La educación y la sabiduría serían herramientas clave para combatir los prejuicios y promover un sentido de unidad entre la humanidad, más allá de religiones o dogmas. 

Para lograr un mundo más unido y pacífico, es necesario reevaluar la manera en que las creencias impactan nuestras vidas y sociedades. Solo mediante el diálogo, la educación y el respeto mutuo podremos avanzar hacia un futuro en el que la humanidad se vea como una sola familia, superando las diferencias que nos separan.

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