¿Será la NADA una ilusión cósmica en un simple sueño astral y
eterno?
Por Bruno Perera.
Imagina por un momento que un día despiertas de un profundo
sueño, solo para encontrarte en un mundo donde la NADA nunca existió. Un mundo
en el que la creación de todo lo que conocemos no fue el resultado de un
Creador divino, sino más bien una proyección de nuestra propia conciencia en el
inmenso cosmos. Este escenario, aunque paradójico, nos invita a reflexionar
sobre la naturaleza de nuestra existencia y la realidad misma.
¿Es la NADA un concepto erróneo? La idea de la NADA ha sido
un recurso filosófico y metafísico que ha intrigado a pensadores a lo largo de
la historia. Desde los antiguos griegos hasta los filósofos contemporáneos, la
NADA ha sido considerada como un vacío absoluto cual se preñó de alguna manera,
dando paso a la creación del Big Bang y a su masa con la partícula de Higgs, y
a un estado de ocurrencias astrales que siguen en continua remodelación.
Sin embargo, ¿qué pasaría si descubrimos que la NADA nunca
existió y que, en su lugar, el universo siempre ha estado presente en alguna
forma, aunque sea en la más sutil de las manifestaciones?
En esta nueva perspectiva, la NADA se convierte en un
constructo humano, una forma de dar sentido a lo inexplicable. En lugar de un
vacío, nuestro universo podría verse como una vasta red de interconexiones y
posibilidades, donde cada estrella, cada planeta y cada ser vivo es parte de un
tejido cósmico en constante transformación.
El Creador y la Creación. La noción de un Creador ha sido
central en muchas tradiciones religiosas y filosóficas. Sin embargo, si nos
encontramos en un universo que nunca fue creado, ¿qué implicaciones tendría
esto para nuestra comprensión de la divinidad? Podría ser que, en lugar de un
Creador externo, cada uno de nosotros sea un co-creador de nuestra realidad. En
este sentido, el universo se convierte en un lienzo en blanco, donde cada
pensamiento, emoción y acción contribuyen a la obra maestra de la existencia.
Esta idea resuena con conceptos en la física cuántica, donde
la observación y la conciencia parecen jugar un papel crucial en la
manifestación de la realidad. Si el universo es un sueño astral, entonces somos
los soñadores, y nuestra percepción es la clave para desbloquear las infinitas
posibilidades que nos rodean.
La existencia como ilusión. La noción de que todo lo que
creemos como existencia es una ilusión cósmica puede parecer desconcertante.
Sin embargo, los grandes místicos y filósofos han abordado esta idea a lo largo
de los siglos. Desde el budismo, que enseña la impermanencia y la naturaleza
ilusoria de la realidad, hasta los pensamientos de Platón sobre las sombras en
la caverna, la idea de que la realidad es una proyección de nuestra mente no es
nueva.
Si todo es un sueño, entonces nuestras experiencias, nuestras
luchas y nuestras alegrías son parte de un juego cósmico más grande. Cada
desafío se convierte en una oportunidad para despertar a una verdad más
profunda, cada amor en una manifestación de la conexión universal que nos une a
todos.
Reflexiones finales. En este mundo donde la NADA nunca
existió y el Creador es una manifestación de nuestra propia conciencia, la
responsabilidad de la existencia recae en nosotros. Somos los arquitectos de
nuestra realidad, y cada pensamiento y acción tiene el poder de moldear el
cosmos. La vida se convierte en un viaje de autodescubrimiento, un camino hacia
la comprensión de que, aunque todo pueda parecer una ilusión, la experiencia
misma de ser conscientes y estar vivos es un regalo invaluable.
Así que, la próxima vez que te detengas a contemplar la
vastedad del universo, recuerda que tal vez estés soñando. Y en ese sueño, tú
eres tanto el soñador como la obra soñada. En esta danza cósmica, cada uno de
nosotros tiene un papel que desempeñar. La verdadera pregunta no es si la NADA
existe o no, sino cómo elegimos navegar por la realidad que hemos creado juntos
en nuestros sueños de etapas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario