Dentro de unos millones de años aminorarán los terremotos y maremotos
Por Bruno
Perera.
A lo largo de
la historia geológica de nuestro planeta, los terremotos y maremotos han sido
señales vivas de que la Tierra está en constante movimiento. Sin embargo, todo
indica que estos fenómenos, tan destructivos como fascinantes, podrían llegar a
disminuir o incluso desaparecer dentro de millones de años, cuando el planeta
alcance una nueva etapa de equilibrio tectónico.
Desde mucho antes de la formación del supercontinente Pangea, y también tras su fragmentación, los movimientos sísmicos y erupciones volcánicas han acompañado la deriva de los continentes. Las placas tectónicas —esas enormes losas de roca que forman la corteza terrestre— se desplazan lentamente sobre el manto, chocando, separándose o deslizándose unas junto a otras. Es precisamente ese movimiento el que genera tensiones internas que, al liberarse, provocan terremotos y maremotos, maremotos también llamados tsunamis, 津 (tsu) = puerto波 (nami) = ola
Pero todo
proceso dinámico tiende hacia un equilibrio. Si la deriva continental
continúa como hasta ahora, llegará un momento en que los continentes se
reubicarán en posiciones que compensen las fuerzas internas de la Tierra.
Cuando eso ocurra, la corteza podría estabilizarse y los grandes sismos dejarán
de ser frecuentes. Es probable que solo persistan pequeños movimientos
sísmicos, vestigios de un pasado geológicamente más violento.
Durante ese
largo periodo de estabilidad, también se reducirá la actividad volcánica.
Nacerán menos islas de origen magmático y las zonas de subducción se
adormecerán. El planeta entrará en una especie de “paz geológica”, donde los océanos
se calmarán y el geoide terrestre —la forma real del planeta— rotará de
manera más equilibrada sobre su eje imaginario, completando su órbita alrededor
del Sol con una precisión y simetría mayores que las actuales.
Sin embargo,
la historia de la Tierra es cíclica. Pasados otros millones de años, esa calma
dará paso a una nueva transformación. Los continentes, que antes se separaron,
podrían volver a acercarse y fusionarse nuevamente en una nueva Pangea o
“neopangea”. Cuando eso suceda, el planeta entrará en una nueva era de
movimientos sísmicos, erupciones y reajustes, repitiendo el eterno pulso entre
el orden y el caos que ha caracterizado su evolución desde hace 4.500 millones
de años.
Reflexión final
Quizás dentro
de millones de años, si aún existe vida inteligente sobre la Tierra,
contemplará con asombro un planeta más estable, donde los terremotos sean solo
un recuerdo del pasado. Pero mientras tanto, nosotros seguimos viviendo en un
mundo que respira, se mueve y se transforma. La Tierra no está muerta; está
viva, y cada temblor, cada ola sísmica, es el latido profundo de un planeta en
continua creación.
Movimientos de
las placas tectónicas
HACIA EL ESTE
Y OESTE
- Placa Sudamericana: se mueve lentamente hacia el oeste, chocando con la placa de
Nazca (lo que origina la cordillera de los Andes).
- Placa de Nazca: se desplaza hacia el este, hundiéndose bajo Sudamérica.
- Placa Norteamericana: se mueve hacia el oeste-suroeste, separándose del Atlántico
medio.
- Placa Euroasiática: se desplaza levemente hacia el este.
- Placa Africana: tiene un movimiento noreste, empujando hacia Eurasia y
cerrando el mar Mediterráneo.
- Placa Indo-australiana: se mueve principalmente hacia el norte-noreste, presionando el
sur de Asia (formando el Himalaya).
- Placa del Pacífico: se mueve rápidamente hacia el noroeste, siendo la más activa y
responsable de numerosos terremotos y volcanes del “Cinturón de Fuego”.
MOVIMIENTOS
HACIA EL NORTE Y SUR
- Antártida: se
mantiene casi fija, con un leve desplazamiento hacia el norte.
- Australia: deriva
hacia el norte, acercándose lentamente al sudeste asiático.
- India: continúa
su empuje hacia el norte, adentrándose en Eurasia.
- África: avanza
hacia el norte-noreste, mientras la parte oriental se fractura (el
Rift africano) moviéndose ligeramente hacia el sureste.
- América del Norte: parte occidental tiende al noroeste, mientras la oriental se
desplaza algo hacia el suroeste.
En conjunto,
el movimiento global actual provoca la ampliación del Atlántico (porque
las Américas se alejan de Europa y África) y el estrechamiento del Pacífico,
lo que, a largo plazo, podría llevar a que los continentes se unan de nuevo
formando una nueva Pangea dentro de unos 200 a 250 millones de años.