La semilla de pimienta en el balón solar es una reflexión sobre la insignificancia
humana
Por Bruno Perera.
Imagina por un
momento que el Sol, esa estrella que nos da vida, no fuera una esfera de fuego
de más de un millón de kilómetros de diámetro, sino simplemente un balón de
fútbol reglamentario de 22 centímetros. En esa escala, nuestro planeta
Tierra, con toda su historia, civilizaciones, conflictos y sueños, sería según su
escala correspondiente, apenas una semilla de pimienta. O incluso más
pequeña.
Esta
comparación no es solo interesante: es científicamente precisa. El Sol tiene un
diámetro de aproximadamente 1.392.000 km, mientras que la Tierra apenas
alcanza los 12.742 km. Eso significa que cabrían 1.3 millones de
planetas Tierra dentro del volumen del Sol. Y si hablamos de masa, el Sol
es unas 333.000 veces más pesado que nuestro planeta.
Cuando uno
contempla estas cifras, es difícil no sentirse como algo nimio. Si la Tierra es
una semilla de pimienta en un balón, ¿qué somos nosotros, los humanos?
¿Microscópicos granos de polvo sobre esa semilla? ¿Y si existen civilizaciones
extraterrestres en algún rincón del universo, por qué habrían de interesarse
por nosotros siendo tan insignificantes?
Tal vez no lo
hagan. Tal vez somos irrelevantes en la escala cósmica. No por falta de
valor, sino por pura estadística. En un universo con billones de galaxias,
cada una con cientos de miles de millones de estrellas, la probabilidad
de que alguien nos esté observando es tan baja como la de que una hormiga en el
Amazonas sepa que tú estás leyendo esto.
Y no obstante,
aquí estamos. Pensando. Preguntando. Imaginando. Somos átomos conscientes,
partículas que han adquirido la capacidad de reflexionar sobre su propia
existencia. Quizás el universo no necesita que lo comprendamos. Quizás se
comprende a sí mismo, y nosotros somos solo una manifestación pasajera de esa
conciencia.
Pero eso no le
quita belleza a nuestra curiosidad. Al contrario, la hace más valiosa. Porque,
aunque seamos pequeños, nuestra capacidad de asombro es infinita.
La Tierra es
una semilla de pimienta en un balón cósmico. Nosotros, viajeros diminutos en
ese grano, miramos al cielo y nos preguntamos si hay alguien más. Tal vez no
haya respuesta. Tal vez no importe. Pero mientras sigamos preguntando, soñando
y explorando, seguimos siendo parte del misterio más grande jamás contado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario