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lunes, 15 de diciembre de 2025

Cuando los árboles crecen sin tierra

 


Cuando los árboles crecen sin tierra

Por Bruno Perera.

Observaciones que cuestionan una creencia común

Hace algunos años, durante un viaje al norte de Noruega, observé algo que en su momento me resultó desconcertante: semillas de pinos germinando en simples grietas de la roca. No había suelo visible, apenas polvo y humedad. Sin embargo, allí estaban, creciendo lentamente, alimentados casi exclusivamente por el agua de lluvia y la luz solar.

Tiempo después, en Austria, encontré un fenómeno similar. En la azotea de hojalata de una fábrica habían crecido varios árboles de alrededor de metro y medio de altura. Habían germinado en los pequeños huecos formados por los pliegues de las planchas metálicas, donde apenas se acumulaba algo de polvo. Aun así, esos árboles prosperaban.

Estas experiencias conducen a una pregunta fundamental: ¿realmente necesitan las plantas tierra para germinar y crecer?

La idea equivocada: la tierra como alimento

De forma intuitiva solemos pensar que la tierra es el alimento de las plantas. Sin embargo, desde el punto de vista científico, esta idea es incorrecta. La mayor parte de la masa de un árbol no proviene del suelo, sino del aire y del agua.

Mediante la fotosíntesis, las plantas utilizan:

  • Dióxido de carbono (CO₂) del aire, que les aporta el carbono
  • Agua, que aporta hidrógeno y oxígeno
  • Energía solar, que impulsa todo el proceso

Más del 90–95 % de la materia seca de una planta procede de estas fuentes. El suelo solo contribuye una fracción pequeña, pero esencial, en forma de minerales.

Entonces, ¿para qué sirve la tierra?

El suelo no es tanto un alimento como un medio que cumple varias funciones prácticas:

1.    Anclaje: permite que la planta se sostenga y resista el viento.

2.    Reserva de agua: actúa como una esponja que retiene humedad.

3.    Suministro de minerales: aporta nutrientes como nitrógeno, fósforo, potasio, calcio o hierro, pero en cantidades muy pequeñas.

Cuando alguna de estas funciones puede cumplirse de otra manera, la tierra deja de ser imprescindible.

Cómo es posible crecer sobre roca o metal

En los casos observados —rocas en Noruega y hojalata en Austria— se dan una serie de procesos sutiles pero eficaces:

  • El polvo atmosférico contiene minerales.
  • El agua de lluvia disuelve pequeñas cantidades de nutrientes de la roca o de los depósitos acumulados.
  • El polen, restos orgánicos y excrementos de aves aportan materia adicional.
  • Los pliegues, grietas o irregularidades retienen humedad.

Además, muchas plantas establecen relaciones simbióticas con hongos micorrícicos, que amplían enormemente la capacidad de las raíces para captar nutrientes incluso en ambientes extremadamente pobres.

Así, una cantidad ínfima de material es suficiente para sostener la vida vegetal.

Germinar sin suelo: un fenómeno común

Lejos de ser una rareza, la germinación sin suelo es frecuente en la naturaleza. Numerosas especies colonizan superficies aparentemente estériles:

  • Pinos y abedules en rocas
  • Higueras en muros
  • Helechos en paredes húmedas
  • Orquídeas epífitas sobre troncos
  • Musgos y líquenes sobre piedra desnuda

Algunas de estas plantas pasan toda su vida sin contacto directo con el suelo.

Las plantas como creadoras de suelo

Desde la ecología se entiende que el suelo no es siempre el punto de partida, sino a menudo el resultado final.

Las plantas pioneras colonizan roca desnuda, crecen, mueren y se descomponen. Sus restos orgánicos, junto con la acción del agua y los microorganismos, generan progresivamente suelo. Ese nuevo suelo permite la llegada de otras especies más exigentes.

En este sentido, puede decirse que las plantas crean el suelo, no al revés.

Conclusión

Las observaciones de árboles creciendo en grietas de roca o sobre tejados metálicos nos obligan a replantear ideas muy arraigadas. Las plantas no necesitan tierra en el sentido tradicional; necesitan agua, luz, dióxido de carbono y una cantidad mínima de minerales, que pueden obtener de múltiples fuentes.

La tierra es una solución eficaz y común, pero no una condición absoluta. Allí donde haya luz, agua y un pequeño aporte mineral, la vida vegetal encuentra la manera de abrirse paso.

Estos fenómenos nos recuerdan la extraordinaria capacidad de adaptación de las plantas y su papel fundamental como arquitectas silenciosas de los paisajes que habitamos.

 

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