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lunes, 10 de noviembre de 2025

La mayoría de los partidos políticos y la mayoría de las oenegés están cortadas por las mismas tijeras de la corrupción

 


La mayoría de los partidos políticos y la mayoría de las oenegés están cortadas por las mismas tijeras de la corrupción

Por Bruno Perera.

Yo pienso que la mayoría de los partidos políticos son corruptos, roban, engañan y manipulan. Y las oenegés, en su mayoría, son iguales que ellos. Al final, muchos viven del dinero público y del cuento humanitario, mientras el ciudadano corriente paga la factura con sus impuestos y su paciencia.

Como bien sabemos, no todos los políticos son corruptos, pero sí hay una cantidad escandalosa de casos que demuestran las corruptelas de una gran mayoría En España, cada cierto tiempo estalla un nuevo escándalo que confirma que el poder y la ética rara vez caminan juntos.

Entre los casos recientes destacan:

El caso Begoña Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez, investigada por tráfico de influencias y corrupción por su supuesta intervención en adjudicaciones de contratos públicos a empresas con las que mantenía vínculos profesionales.

El caso Koldo, que salpica al exasesor del ministro José Luis Ábalos, Koldo García Izaguirre, acusado de cobrar comisiones ilegales en la compra de mascarillas durante la pandemia.

El caso de Ángel Víctor Torres, actual ministro de Política Territorial y ex presidente de Canarias, también salpicado por el escándalo Koldo, pues varias de las adjudicaciones irregulares tuvieron lugar durante su mandato al frente del Gobierno canario.

El caso del exsecretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, investigado por presunta malversación y cobro de sobornos en contratos públicos.

El exministro de Hacienda Cristóbal Montoro, del PP, bajo la lupa por los contratos de su consultora con empresas que se beneficiaron de sus reformas fiscales.

Estos ejemplos muestran que la corrupción no tiene color político: afecta tanto a la izquierda como a la derecha. En España, el poder se ha convertido en un refugio para quien busca privilegios, no para quien quiere servir al ciudadano.

Sin embargo, la cosa no se queda ahí. Las llamadas organizaciones no gubernamentales —esas que se presentan como el alma caritativa del mundo— también tienen mucha tela que cortar. Algunas empezaron con ideales nobles, pero hoy funcionan como auténticas empresas subvencionadas. Viven del dinero del Estado, de la Unión Europea y de donaciones privadas, muchas veces sin rendir cuentas claras ni mostrar resultados concretos.

Cruz Roja es un buen ejemplo. Recibe grandes sumas del erario público y de la UE, especialmente por la gestión de inmigración y servicios sociales. Oficialmente es una ONG, pero en la práctica parece una entidad semipública, sostenida por subvenciones y contratos con el Estado. Además, hay voces críticas —incluso de ex empleados— que denuncian falta de transparencia, enchufismo y empleados cobrando sin trabajar realmente. Por eso, para mí, Cruz Roja no puede considerarse una ONG honrada, sino una más de las que comen del sistema que dicen ayudar y socorrer.

Y si hablamos de Greenpeace, la cosa tampoco mejora. En 2013 vino a Canarias a montar una gran campaña contra Repsol por las prospecciones petrolíferas en aguas cercanas. Pero curiosamente no dijeron ni una palabra sobre las decenas de perforaciones de Marruecos, situadas a pocas millas de esas mismas zonas. Peor aún: el Gobierno de Canarias pagó todos los gastos de su actuación, lo que demuestra que su visita no fue tan “independiente” como aparentaba.

Más reciente fue el caso del barco de la ONG Open Arms. La organización firmó un convenio con el Gobierno de Canarias y navegó por las islas realizando actividades “de supuesta sensibilización inmigratoria”. Sin embargo, no se dedicó a rescatar inmigrantes, sino que actuó como elemento propagandístico. Su presencia fue utilizada por Coalición Canaria (CC) para vender una imagen de cooperación con el “humanitarismo internacional”, cuando en realidad todo fue un paripé político pagado con dinero público.

Estas contradicciones demuestran que muchas oenegés grandes ya no son lo que dicen ser. Se han convertido en actores políticos o negocios encubiertos que manejan millones bajo la bandera de la solidaridad. Mientras tanto, los políticos las usan para lavar su imagen o canalizar fondos públicos bajo apariencias bondadosas.

En resumen: la mayoría de los políticos y muchas oenegés están cortadas por las mismas tijeras. Unos y otros viven del dinero público, se protegen entre sí y utilizan la buena fe de la gente para perpetuar un sistema podrido. Claro que hay excepciones —personas honestas y organizaciones pequeñas que sí hacen bien su trabajo—, pero son minoría y casi nunca salen en los titulares.

Datos y fuentes contrastadas

Investigación a Begoña Gómez: Financial Times, “Spanish judge charges Pedro Sánchez's wife with embezzlement” (junio 2025).

Caso Koldo y derivaciones: El País (febrero 2024), El Mundo (marzo 2024).

Ángel Víctor Torres implicado en las compras de mascarillas: El Confidencial (abril 2024).

Santos Cerdán detenido por sobornos y malversación: Majorca Daily Bulletin, 30 junio 2025.

Cristóbal Montoro investigado por conflictos de interés: Sur in English, julio 2025.

Greenpeace y prospecciones: ABC (noviembre 2013), La Provincia (diciembre 2013).

Cruz Roja y gestión de inmigración: Transparencia.gob.es (memoria de subvenciones 2023–2024).

Open Arms y convenio con el Gobierno canario: Europa Press (26 octubre 2025), Cadena SER (6 septiembre 2025).

 Contacto: brunopereragarcia5@gmail.com

Tel: 0034 623 500 818

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