La mayoría de los partidos políticos y la mayoría de las oenegés están cortadas por
las mismas tijeras de la corrupción
Por Bruno
Perera.
Yo pienso que
la mayoría de los partidos políticos son corruptos, roban, engañan y manipulan. Y las oenegés,
en su mayoría, son iguales que ellos. Al final, muchos viven del dinero público
y del cuento humanitario, mientras el ciudadano corriente paga la factura con
sus impuestos y su paciencia.
Como bien
sabemos, no todos los políticos son corruptos, pero sí hay una cantidad
escandalosa de casos que demuestran las corruptelas de una gran mayoría En España, cada cierto tiempo estalla
un nuevo escándalo que confirma que el poder y la ética rara vez caminan
juntos.
Entre los
casos recientes destacan:
El caso Begoña
Gómez, esposa del presidente Pedro Sánchez,
investigada por tráfico de influencias y corrupción por su supuesta
intervención en adjudicaciones de contratos públicos a empresas con las que
mantenía vínculos profesionales.
El caso Koldo, que salpica al exasesor del ministro José Luis Ábalos, Koldo García
Izaguirre, acusado de cobrar comisiones ilegales en la compra de
mascarillas durante la pandemia.
El caso de
Ángel Víctor Torres, actual ministro de Política Territorial y ex
presidente de Canarias, también salpicado por el escándalo Koldo, pues varias
de las adjudicaciones irregulares tuvieron lugar durante su mandato al frente
del Gobierno canario.
El caso del
exsecretario de Organización del PSOE, Santos Cerdán, investigado por presunta malversación y cobro de sobornos en contratos
públicos.
El exministro
de Hacienda Cristóbal Montoro, del PP, bajo
la lupa por los contratos de su consultora con empresas que se beneficiaron de
sus reformas fiscales.
Estos ejemplos
muestran que la corrupción no tiene color político: afecta tanto a la
izquierda como a la derecha. En España, el poder se ha convertido en un refugio
para quien busca privilegios, no para quien quiere servir al ciudadano.
Sin embargo,
la cosa no se queda ahí. Las llamadas organizaciones no gubernamentales —esas
que se presentan como el alma caritativa del mundo— también tienen mucha tela
que cortar. Algunas empezaron con ideales nobles, pero hoy funcionan como
auténticas empresas subvencionadas. Viven del dinero del Estado, de la
Unión Europea y de donaciones privadas, muchas veces sin rendir cuentas claras
ni mostrar resultados concretos.
Cruz Roja es un buen ejemplo. Recibe grandes sumas del erario público y de la UE,
especialmente por la gestión de inmigración y servicios sociales. Oficialmente
es una ONG, pero en la práctica parece una entidad semipública,
sostenida por subvenciones y contratos con el Estado. Además, hay voces
críticas —incluso de ex empleados— que denuncian falta de transparencia,
enchufismo y empleados cobrando sin trabajar realmente. Por eso, para mí, Cruz
Roja no puede considerarse una ONG honrada, sino una más de las que comen del
sistema que dicen ayudar y socorrer.
Y si hablamos
de Greenpeace, la cosa tampoco mejora. En 2013 vino a Canarias a montar
una gran campaña contra Repsol por las prospecciones petrolíferas en aguas
cercanas. Pero curiosamente no dijeron ni una palabra sobre las decenas de
perforaciones de Marruecos, situadas a pocas millas de esas mismas zonas.
Peor aún: el Gobierno de Canarias pagó todos los gastos de su actuación,
lo que demuestra que su visita no fue tan “independiente” como aparentaba.
Más reciente
fue el caso del barco de la ONG Open Arms. La organización firmó un
convenio con el Gobierno de Canarias y navegó por las islas realizando
actividades “de supuesta sensibilización inmigratoria”. Sin embargo, no se
dedicó a rescatar inmigrantes, sino que actuó como elemento
propagandístico. Su presencia fue utilizada por Coalición Canaria (CC)
para vender una imagen de cooperación con el “humanitarismo internacional”,
cuando en realidad todo fue un paripé político pagado con dinero público.
Estas
contradicciones demuestran que muchas oenegés grandes ya no son lo que dicen
ser. Se han convertido en actores políticos o negocios encubiertos que
manejan millones bajo la bandera de la solidaridad. Mientras tanto, los
políticos las usan para lavar su imagen o canalizar fondos públicos bajo
apariencias bondadosas.
En resumen: la
mayoría de los políticos y muchas oenegés están cortadas por las mismas
tijeras. Unos y otros viven del dinero público, se protegen entre sí y utilizan
la buena fe de la gente para perpetuar un sistema podrido. Claro que hay
excepciones —personas honestas y organizaciones pequeñas que sí hacen bien su
trabajo—, pero son minoría y casi nunca salen en los titulares.
Datos y fuentes contrastadas
Investigación
a Begoña Gómez: Financial Times, “Spanish judge charges
Pedro Sánchez's wife with embezzlement” (junio 2025).
Caso Koldo y derivaciones: El País (febrero 2024), El Mundo (marzo
2024).
Ángel Víctor
Torres implicado en las compras de mascarillas: El Confidencial (abril 2024).
Santos Cerdán
detenido por sobornos y malversación: Majorca
Daily Bulletin, 30 junio 2025.
Cristóbal
Montoro investigado por conflictos de interés: Sur in
English, julio 2025.
Greenpeace y
prospecciones: ABC (noviembre 2013), La Provincia
(diciembre 2013).
Cruz Roja y
gestión de inmigración: Transparencia.gob.es
(memoria de subvenciones 2023–2024).
Open Arms y
convenio con el Gobierno canario: Europa
Press (26 octubre 2025), Cadena SER (6 septiembre 2025).
Tel: 0034 623 500 818

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