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jueves, 9 de octubre de 2025

¿Existen realmente partidos ideológicos en España?

 


¿Existen realmente partidos ideológicos en España?

Por Bruno Perera.

En España se sigue hablando de partidos de izquierda, de derecha, nacionalistas, independentistas o moderados. Pero, ¿no será que todas esas etiquetas son solo una máscara para ocultar una realidad mucho más uniforme y menos romántica?

Cada cuatro años, los ciudadanos acuden a las urnas convencidos de que votan opciones distintas, con visiones opuestas del país. Sin embargo, una vez alcanzado el poder —ya sea a nivel estatal, autonómico o municipal— los comportamientos de los partidos acaban siendo sorprendentemente similares. Todos se aferran al cargo, colocan a los suyos, buscan financiación, negocian prebendas y reparten cargos institucionales con la misma destreza.

Las supuestas diferencias ideológicas parecen disolverse en cuanto el poder entra en juego. Lo que prima no es el interés general, sino la supervivencia del aparato político. Las grandes decisiones estructurales —el modelo económico, la burocracia estatal, la deuda pública, la sumisión a intereses financieros o internacionales— apenas cambian, gobierne quien gobierne.

Incluso los partidos que se autodenominan “independentistas” o “nacionalistas” terminan, con frecuencia, integrados en la misma lógica de poder, pactando presupuestos, recibiendo subvenciones o gestionando competencias sin modificar el fondo del sistema que dicen combatir.

España vive, pues, una paradoja: se presenta como una democracia plural con múltiples sensibilidades, pero en la práctica los partidos parecen ramas de un mismo árbol, alimentadas por el mismo tronco de intereses. Las ideologías se han convertido en instrumentos de marketing electoral. Lo importante ya no es defender ideas, sino conquistar espacios mediáticos y garantizar cuotas de poder.

En definitiva, más que partidos de izquierda o derecha, lo que hoy predomina en España son partidos de gestión, estructuras burocráticas que viven del Estado y para el Estado, con discursos distintos pero objetivos comunes: mantenerse dentro del sistema, repartirse su botín y sobrevivir a la siguiente legislatura.

Datos y fuentes

1. Financiación pública y dependencia del Estado

Según el Tribunal de Cuentas (Informe 2023), más del 80% de los ingresos de los partidos políticos españoles provienen de fondos públicos, lo que demuestra su alta dependencia del Estado.

Los partidos reciben subvenciones directas por resultados electorales, financiación para sus grupos parlamentarios, ayudas para funcionamiento ordinario y exenciones fiscales.

2. Coincidencias en políticas económicas y sociales

En materia de economía, tanto gobiernos del PSOE como del PP han mantenido políticas similares: apoyo al euro, control del déficit según las reglas de Bruselas, privatizaciones parciales y rescates bancarios (como el de 2012 con más de 60.000 millones de euros asumidos por el Estado).

En política laboral, la reforma del PSOE (2021) mantuvo gran parte de los pilares de la reforma laboral del PP (2012), demostrando continuidad más que ruptura.

3. Corrupción transversal

Los principales partidos han sido salpicados por escándalos: Gürtel, ERE de Andalucía, Púnica, Kitchen, 3% catalán, entre otros.

Según Transparencia Internacional (2024), España ocupa el puesto 36 de 180 países en el índice de percepción de la corrupción, una posición media-baja dentro de la UE.

4. Nacionalismos e independentismos integrados en el sistema

Los partidos nacionalistas e independentistas (ERC, Junts, PNV, EH Bildu) reciben cada año millones de euros en subvenciones públicas, tanto autonómicas como estatales, y participan activamente en la negociación de presupuestos del Estado.

En 2023, ERC y PNV fueron decisivos en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, consolidando su papel como piezas necesarias dentro del mismo tablero político que critican.

5. Política profesionalizada

El 90% de los diputados y senadores actuales son profesionales de la política, sin experiencia laboral significativa fuera del sector público o los partidos, según el Observatorio de la Democracia (2024).

La rotación entre cargos públicos, asesores y puestos institucionales demuestra una estructura de poder cerrada, donde la prioridad es la permanencia dentro del sistema, no el cambio.

Conclusión documental
Los datos confirman lo que la intuición ciudadana ya percibe: los partidos políticos españoles, más allá de su discurso ideológico, comparten una misma lógica de supervivencia y gestión del poder. La distancia entre la retórica electoral y la práctica política es tan amplia que las etiquetas tradicionales —izquierda, derecha, nacionalista o independentista— se han vuelto casi decorativas.

 

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