El racismo tardará muchos años en desaparecer de la Tierra
Por Bruno Perera
Sostengo que el racismo es un fenómeno que no desaparecerá de
la Tierra en pocos años. Por ello, quizás la solución más adecuada sea aprender a vivir con
él y sus consecuencias, aunque esto cause dolor a algunos y les resulte difícil de
comprender. A continuación, explicaré las causas que creo que lo producen.
El racismo, esa sombra oscura que ha acompañado a la
humanidad a lo largo de su historia, parece estar profundamente arraigado en
nuestra naturaleza. A medida que avanzamos en el tiempo, nos enfrentamos a la
realidad de que este fenómeno no es solo un problema social, sino una
manifestación de una mentalidad competitiva que nos ha sido inculcada desde
tiempos inmemoriales. En un mundo donde el poder cósmico nos ha enseñado a
luchar por nuestra supervivencia, hemos aprendido a ver a los demás como
rivales en lugar de compañeros.
Desde una perspectiva evolutiva, la competencia ha sido un
motor de progreso. Sin embargo, esta misma competencia ha alimentado la idea de
que debemos despojarnos de todo lo que consideramos "débil" o
"inferior". En este contexto, el racismo se convierte en una forma de
desprecio hacia aquellos que se perciben como diferentes o menos capaces. No se
trata únicamente del color de la piel; el racismo se manifiesta en una amplia
gama de prejuicios que incluyen la apariencia física, la complexión, la minusvalía
de algo físico, la altura, la belleza, la religión, la nacionalidad y, por
supuesto, la situación económica.
La sociedad tiende a rechazar a quienes no cumplen con los
estándares que se han establecido. Aquellos que son considerados
"menos" en cualquier aspecto son objeto de desdén y marginación. Esta
actitud no solo perpetúa el racismo, sino que también crea un ciclo vicioso de
odio y exclusión. Al despreciar a quienes se les considera inferiores, se niega reconocer la diversidad por miedo a lo desconocido.
Es importante entender que el racismo no es un fenómeno
aislado; es una manifestación de un sistema más amplio de opresión y
desigualdad. La creencia de que algunos seres humanos son superiores a otros se
basa en una construcción social que ha sido alimentada por siglos de historia,
cultura, religión y política. Esta construcción se convierte en un mecanismo de
defensa para aquellos que temen perder su posición en un mundo cada vez más
competitivo.
A pesar de los avances en la lucha contra el racismo, es
evidente que este problema persiste. Las manifestaciones de odio y
discriminación siguen siendo comunes en nuestras sociedades, y las luchas por
la igualdad y la justicia continúan. Sin embargo, es fundamental reconocer que
el racismo no desaparecerá por sí solo. Requiere un esfuerzo consciente y colectivo
para desmantelar las estructuras que lo sostienen, muchas de las cuales están
derivadas de creencias religiosas y del temor a ser igual que los menos
favorecidos.
La educación juega un papel crucial en este proceso. Al
fomentar la empatía y la comprensión entre diferentes culturas y grupos,
podemos comenzar a desafiar las creencias arraigadas que alimentan el racismo.
Es esencial que las nuevas generaciones sean educadas en la diversidad y en la
importancia de valorar a cada individuo por su humanidad, en lugar de juzgarlos
por su apariencia o su situación económica.
En conclusión, el racismo es un problema complejo que no
desaparecerá de la noche a la mañana. Sin embargo, al reconocer su existencia y
trabajar juntos para combatirlo, podemos aspirar a un futuro donde la
diversidad sea celebrada y la humanidad sea valorada en su totalidad. Solo así
podremos romper el ciclo de odio y construir un mundo más justo y equitativo
para todos, pero sin religiones, mafias políticas y ni oenegés que ponen siempre la excusa del racismo para controlar a las naciones más avanzadas.
P.d. Hasta hace unos 60 años, las naciones europeas consideraban a los países asiáticos, africanos y de Centro y Suramérica como un conjunto de naciones tercermundistas, catalogándolos como inferiores. Sin embargo, algunas de estas naciones han venido desarrollándose y haciéndose más ricas; hoy en día son consideradas del primer mundo y sus ciudadanos son tratados con menos racismo. Esto nos indica que el racismo está fundamentado en todo aquello que nos recuerda la pobreza que no queremos padecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario