La poca ética
en la entrega de premios a la comunicación en España
Por Bruno Perera.
En el panorama político y social de España, es común observar
cómo diversos partidos políticos otorgan premios y reconocimientos a
periodistas, escritores, cantantes y figuras del entretenimiento que, en muchos
casos, han mostrado una inclinación favorable hacia sus políticas y acciones.
Esta práctica, que a primera vista puede parecer un mero gesto de gratitud,
plantea serias interrogantes sobre la ética y la integridad en el ejercicio del
periodismo y la comunicación en general.
El problema de la conexión entre política y medios
La relación entre los partidos políticos y los medios de
comunicación no es nueva. Sin embargo, la entrega de premios a aquellos que han
mantenido una postura complaciente con el poder político puede ser vista como
una forma de cooptación. Este tipo de prácticas no solo socavan la
independencia de los medios, sino que también distorsionan el propósito del
reconocimiento. Los premios deberían celebrarse como un homenaje a la
excelencia y la integridad, no como un instrumento para perpetuar un sistema de
favoritismos.
Cuando los periodistas y comunicadores reciben premios por su
apoyo a un partido político, se corre el riesgo de que el público perciba su
trabajo como sesgado y, por ende, menos creíble. El periodismo debe ser un
pilar de la democracia, actuando como un contrapeso al poder, y no un aliado de
este. La falta de independencia puede llevar a una disminución en la calidad de
la información y, en última instancia, a una ciudadanía menos informada y
crítica.
Causas de Estas Prácticas
1. Dependencia financiera: Muchos medios de comunicación
dependen de la publicidad gubernamental para su supervivencia económica. Esta
dependencia puede crear un ambiente en el que la crítica al poder se vea
limitada por el miedo a perder recursos.
2. Cultura de la adulación: A lo largo de los años, se ha
desarrollado una cultura en la que la adulación y el servilismo son
recompensados. Los profesionales que se alinean con las narrativas de los
partidos políticos pueden ser más propensos a recibir reconocimiento, mientras
que aquellos que ejercen su labor con integridad y objetividad pueden ser
ignorados.
3. Falta de transparencia: Muchos de estos premios carecen de
criterios claros y transparentes, lo que permite que la arbitrariedad en la
selección de ganadores se convierta en norma. Esto puede dar lugar a la
percepción de que los premios son más un instrumento político que un homenaje a
la excelencia.
Caminos para la eliminación de malas prácticas
1. Fomentar la independencia de los medios: Es crucial
fortalecer la independencia de los medios de comunicación mediante la
diversificación de sus fuentes de financiación. Promover modelos de negocio que
no dependan exclusivamente de la publicidad gubernamental puede ayudar a
reducir la influencia política.
2. Establecer criterios claros para los premios: Las
organizaciones que otorgan premios deben desarrollar criterios claros y
transparentes que prioricen la calidad del trabajo y la integridad. La
participación de jurados independientes puede ser una solución efectiva para
evitar conflictos de interés.
3. Promover una cultura de responsabilidad: Fomentar un
ambiente en el que los periodistas y comunicadores se sientan empoderados para
criticar al poder sin temor a represalias es esencial. Las instituciones
educativas y las asociaciones profesionales deben jugar un papel activo en la
promoción de estos valores.
4. Educar al Público: La ciudadanía debe ser consciente de
esta dinámica y aprender a cuestionar la información que recibe. Una audiencia
crítica es fundamental para exigir estándares más altos y promover la ética en
el periodismo.
Conclusión
La entrega de premios a comunicadores que favorecen a
partidos políticos es una práctica que merece ser cuestionada. La ética en el
periodismo y la comunicación debe prevalecer por encima de los intereses
políticos. Es necesario establecer un compromiso colectivo para fomentar la
independencia, la transparencia y la responsabilidad en el ámbito mediático.
Solo así se podrá garantizar un sistema democrático robusto, en el que la
información veraz y objetiva sea el verdadero premio a la excelencia.
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