Artículo de Navidad dedicado a mi México lindo y querido
Por Bruno Perera
México, hermoso y vibrante, ha sido un capítulo fundamental
en mi vida. Todo comenzó en mi infancia en Lanzarote, Islas Canarias, donde la
curiosidad por el mundo me llevó a navegar por mares lejanos. A partir de 1965,
mis trayectorias me llevaron desde Port Étienne, hoy Nuadibú en Mauritania, a
las tierras ricas en cultura y calidez de México, donde mi corazón se ancló
para siempre.
En 1975, tras recorrer Europa, África y América, desembarqué
en Veracruz, un puerto lleno de vida y promesas. Mi camino me condujo a la isla
de Ciudad del Carmen, en Campeche, donde, con la vista en el horizonte, estaba
lleno de esperanza.
Mi primer trabajo en la Sonda de Campeche fue de marinero en
un remolcador de Braun and Rut. Fue en esos años cuando la esencia mexicana comenzó
a entrelazarse con mi destino. Tuve el privilegio de formar parte de un equipo
diverso y comprometido a bordo del barco de buceo más moderno del mundo: el M/N
Stena Inspector. Recuerdo con gratitud a cada uno de mis compañeros, en
especial a aquellos del personal de Pemex: el ingeniero Capitán Zorrilla, el
ingeniero Daniel, entre otros que me hicieron sentir como en casa.
Las aguas cálidas de la Sonda de Campeche fueron el telón de
fondo de mis aventuras profesionales y personales. En el barco sueco Stena
Inspector, pude apreciar las habilidades y la dedicación de aquellos que
trabajaban codo a codo: desde la tripulación y los buzos hasta los ingenieros.
La solidaridad y la amabilidad de mis compañeros mexicanos dejaron una huella
imborrable en mi corazón. También quiero mencionar al director de Diavaz,
Eduardo Aguirre, cuyas enseñanzas y amabilidad siempre serán parte de mi
memoria.
Una noche, en una discoteca de Ciudad del Carmen, el destino
me presentó a una mujer maravillosa, prima de un amigo médico. Nuestro romance
floreció y su familia se convirtió en un baluarte de amor y apoyo. En ellos
encontré una nueva faceta de la calidez mexicana que apenas comenzaba a
descubrir.
Mis caminos me llevaron luego a Acapulco, donde, durante dos
años, la vida me otorgó nuevas oportunidades. En Acapulco trabajé en hoteles,
dando clases de buceo a través de la familia Spivis y sus hijos, a quienes
recuerdo con gran gratitud, sobre todo a la señora Spivis y a sus hijos, Arnold
y Parquer, y al difunto hijo, cuyo nombre no recuerdo. Esta familia fue un
baluarte de amistad que me brindó la oportunidad de dedicarme en hoteles a
impartir clases de buceo y que, eventualmente, me convirtió en el director del
famoso Teddy's Beach Club, un lugar que irradiaba la misma alegría que sentía
al estar rodeado de mexicanos tan amables y bondadosos.
También quiero recordar a Rosa Rentería Mondragón y a sus dos
hijos, Pancho y Guido, quienes, al igual que la familia Spivis, fueron grandes
amigos en mi vida acapulqueña.
A medida que recorría México, desde sus playas paradisíacas
hasta sus vibrantes ciudades, me sentía siempre bienvenido. La bondad y la
alegría de su gente, así como su capacidad para disfrutar cada día, llenaron mi
ser de gratitud. La cultura mexicana, rica en tradiciones y colores, se volvió
parte de mi esencia.
Hoy, al mirar hacia atrás, siento una profunda convicción:
México, con su abundancia de recursos y su gente trabajadora, necesita una
transformación social. Un cambio que permita que su riqueza se reparta de
manera más equitativa, para que cada mexicano tenga la oportunidad de vivir
dignamente, sin la necesidad de buscar fortuna en tierras lejanas. La tierra
del pueblo mexicano posee todo lo necesario para garantizar el bienestar de su
población, desde fértiles tierras de cultivo y pesca hasta metales, petróleo y
costas llenas de belleza con playas hermosas y paradisiacas.
Así, en estas fiestas, deseo expresar desde lo más profundo
de mi alma: ¡Arriba México! Las memorias de sus paisajes, su gente y las amistades
que forjé nunca se desvanecerán. ¡Feliz Navidad para todos! Siempre llevaré su
esencia en mi corazón y en mi alma, con la esperanza de que un nuevo amanecer
traiga consigo un futuro brillante y compartido para cada uno de ustedes.
Bazofia propia de un egocentrista y muy narcisista creyéndose un lumen cuando no tienes estudios, un verdadero ignorante que ha metido la pata en multitud de ocasiones.
ResponderEliminarNadie en la isla lo puede ver por mentiroso, falso, hipócrita, homófobo y racista.