El pasado 13 de junio, diez días antes de que el jefe de Wagner lanzara su insurrección armada contra el Kremlin en el mayor desafío interno que Vladímir Putin ha enfrentado desde que asumiera el poder en Rusia en la lejana Nochevieja de 1999, el presidente ruso emitió una suerte de ultimátum contra el fundador de la poderosa milicia de mercenarios. "Esto se tiene que hacer y se tiene que hacer cuanto antes", dijo durante una conversación con blogueros militares. Alineándose con su ministro de Defensa, Serguéi Shoigú, Putin exigió a los "destacamentos de voluntarios" que operan en Ucrania a ponerse bajo control directo de las Fuerzas Armadas previa firma de un contrato con el Ministerio de Defensa. Las fuerzas chechenas al mando de Ramzan Kadirov habían firmado un día antes, pero Yevgueni Prigozhin reiteró su rechazó a poner a sus hombres al mando de los "payasos de geriátrico" a los que llevaba meses insultando.
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