Manteniendo la fe: Domingo de Ramos
Por Marcos Diz Pazo
El Domingo de Ramos origina la semana más importante del año para los creyentes católicos ya que se conmemora y celebra la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Hasta los treinta años vivió en la casa paterna de Nazaret en la región de Galilea. Una vez dejado Nazaret, se fue a vivir a Cafarnaúm, a la casa de Pedro; eso le permitía vivir la mayor parte del tiempo en los poblados cerca del lago de Galilea. Allí eligió a sus apóstoles, predicaba y convivía con la gente sencilla, pescadores ,campesinos , pastores y obreros sanando a la vez a muchos enfermos. Sin embargo una vez al año viajaba a la ciudad de Jerusalén para celebrar la Pascua judía conmemorando donde Dios sirviéndose de Moisés liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto para conducirlo a la tierra prometida. Cada familia sacrificaba un cordero como cena especial para recordar que Egipto, mientras estaban cenando había pasado el ángel para brindarles la libertad exterminando a sus enemigos, mostrando así el poder de Dios. Algunos de aquellos que fueron liberados por Dios, fueron convertidos en representantes de la continuidad en voz de Moisés, jerarquizados del sanedrín. Declararon a Jesús un impostor, buscando la forma de acabar con él. La última vez que Jesús viajó a Jerusalén sabía que tenía que morir por la humanidad y en señal de que traería la paz al mundo. Entró en la ciudad montando un pequeño burro ante gente sencilla. Lo aclamaron como un Rey, cortando palmas y ramos de olivo que se utilizaron como banderas. Muchas de esas personas sencillas se desprendían de sus humildes mantos para mostrarlos como paso a la entrada del Señor por donde pasaba en forma de alfombra, al grito de Osana, Osana!; como salvador de Israel y descendiente del Rey David, que venía en nombre de Dios. Sus enemigos con gran recelo buscaban la ocasión de que Jesús no saliese vivo de Jerusalén y fuese crucificado. El domingo de ramos, la Iglesia recuerda ese momento crucial. Para ello dentro de la misa se bendicen las palmas y se hace la lectura de la Pasión de Cristo. El sacerdote para ese día se viste de rojo con el significado de la sangre que Jesucristo derramó por nosotros. Una vez los fieles han aclamado a Jesucristo como su salvador, llevan las palmas a sus casas y las colocan en las puertas de cada hogar, como signo de seguimiento y compromiso con Cristo. Con este acto nos unimos a él en su pasión, muerte y resurrección.
Suele decirse que es de bien nacido ser agradecido; yo quiero serlo. Sobre todo para los que seguimos creyendo, que hemos sido salvados de nuestros pecados tras el sufrimiento bajo las peores e inimaginables torturas, que un humano pueda resistir y soportar por nuestra salvación en nombre de todos por igual. Aquellos sátrapas, llenos de odio, envidia e hipocresía desde el Sanedrín hicieron todo lo posible por crucificar a Jesús. En su momento fue desde el alarde y la verborrea hasta culminar sus propósitos. Esta vez se realiza desde el silencio. Un silencio por parte de nuestros políticos y medios de información. Hay que evitar de cualquier forma felicitar a los católicos. Eso conlleva nombrar a nuestro Señor Jesucristo como se ha hecho desde antaño como verdadero proclamador y salvador del mundo. Una celebración que se convierte en la más importante sumada a la de su nacimiento. Algunos, tendrán la moral de nombrarse en buena conciencia pero es un mínimo porcentaje. Eso sí, fieles hasta perder los zapatos; van veloces para felicitar el Ramadán a los musulmanes, la fiesta de el Diwali para los hindúes y si hace falta, hasta la última tradición perdida de cualquier pueblo indígena remoto perdido de la mano de Dios. Lo importante es desplazar el catolicismo y su fe. Algún político como el Sr. Margallo (PP), con frivolidad se atrevió a calificar a la agenda 2030 como “ el nuevo evangelio”. Qué Dios le perdone! Madre mía, y éstos son los que defendían las posturas democristianas en sus programas ahora escudándose en los términos “ la sociedad ha cambiado”.
En conjunto; todos o casi todos los partidos políticos, intentan aniquilar por todos los medios los valores que fundamentan el cristianismo y por tanto su desaparición en su totalidad. Éstos nuevos diseñadores exponen viles intenciones desde las mas aparentes buenas voluntades, diciendo estar creando un mundo mejor, vestido de pinceladas con nueva terminología entre resiliencia, biodiversidad, reciclaje, geoingeniería y un largo etcétera para cerebros de dominio fácil recibiendo información desde la caja tonta y representada por un pin lleno de satánicos colores. Nosotros los creyentes, somos una auténtica molestia, peor que una piedra metida en un zapato. Dentro de nuestra moralidad cristiana, intentamos seguir cuidando los viejos valores occidentales, conseguidos con mucho sacrificio y durante mucho tiempo perseverando en la esperanza de seguirlas en base fundamentada como concordia general impulsada y depositada por nuestro Señor Jesucristo partiendo de su misericordia y redención. Con éstos actos, desde buenos valores educativos arraigados desde nuestras tradiciones, muestran buenos patrones guiados desde muchas generaciones; el manteniendo de la familia tradicional, salvar el verdadero matrimonio, el respeto por nuestros mayores, el cuidado de nuestros padres, el esfuerzo, el amor de la vida desde la concepción hasta su muerte y un largo etcétera. Evidentemente, eso a ellos no le gusta. Un año más, los católicos echarán de menos la ausencia de las correspondientes felicitaciones por parte de los políticos que callan y que callarán. No vaya a ser que los tilden de inquisidores, representantes del antiguo régimen franquista o estupideces similares destacados desde los más repudiables complejos. Hay que decir y recordar que dentro de poco habrán nuevos comicios. Bajo mi humilde opinión, hay que reflexionar si debemos depositar nuestra confianza en aquellos que no respetan nuestra fe, que se humillan así mismos bajo su silencio para mostrar genuflexión ante un puñado de multimillonarios que intentan acabar con nuestra forma de vivir. Es la misma, en la que ellos han sido educados en su mayoría y que en estos momentos reniegan por mantenerse en el poder, siendo capaces de vender su propia alma hasta el mismísimo Satanás.
Yo personalmente, seguiré siendo fiel a mis principios. No me cabe la menor duda!
Por mi parte, a todos los creyentes católicos desearles que pasen una muy feliz Semana Santa! No pierdan la fe!
QUÉ DIOS LES BENDIGA.
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