El problema
de las religiones es el fundamentalismo
Por Bruno Perera.
Las religiones han acompañado a la humanidad
durante milenios como intentos de explicar lo inexplicable, crear identidad
colectiva, controlar pueblos y ofrecer consuelo ante la incertidumbre. Sin
embargo, cuando una religión deja de ser una tradición espiritual y se
convierte en fundamentalismo, entonces surge un conflicto estructural
con la modernidad, el pensamiento crítico y los valores democráticos.
El fundamentalismo parte de una premisa absoluta:
el libro sagrado no puede cuestionarse. Quien abraza una religión “a
raja tabla” —como dicen los creyentes más ortodoxos— asume que cada palabra del
texto procede directamente de Dios, que sus mandatos son eternos, y que cualquier
desviación es una traición espiritual.
Pero en un mundo regido por leyes civiles,
derechos humanos y avances científicos, esta perspectiva se vuelve incompatible
con la convivencia pacífica. Las religiones fundamentalistas chocan
inevitablemente con los sistemas legales laicos que rigen la vida de los
ciudadanos modernos.
Religión
literal vs. sociedad laica
Un judío ultraortodoxo que quiera aplicar las
leyes de pureza levíticas entrará en conflicto con las leyes laborales,
sanitarias y civiles.
Un cristiano fundamentalista que rechace derechos
civiles modernos se enfrentará al marco constitucional.
Un musulmán literalista que quiera imponer la
sharía chocará con el principio de igualdad ante la ley.
Estos choques no son ideológicos: son
jurídicos, y por tanto inevitables.
Cuando las Escrituras
contradicen la modernidad
Los textos antiguos fueron escritos en contextos
sociales, tecnológicos y morales radicalmente diferentes a los actuales. Muchos
versículos resultan hoy incompatibles con los derechos humanos.
Ejemplos relevantes:
Antiguo Testamento: Levítico 18:22 y 20:13 condenan a muerte tanto el sexo con animales como la homosexualidad.
Antiguo Testamento: Deuteronomio 22:20-24 prescribe la lapidación para ciertas formas de adulterio.
El Corán. Sura 24:2 regula castigos físicos para relaciones fuera del matrimonio, aunque la
tradición jurídica preislámica y posislámica evolucionó estas normas de maneras
diversas.
En numerosos hadices y exégesis tradicionales
aparece la pena de muerte por apostasía, algo abiertamente incompatible con la
libertad de conciencia.
Nota: Los hadices son relatos sobre lo que dijo o hizo Mahoma.La exégesis es el arte de interpretar el libro sagrado (en el islam: el Corán).
Hoy, estos preceptos no tienen cabida en un mundo
basado en derechos universales, igualdad jurídica y libertad personal.
La raíz del
conflicto: quién tiene la autoridad
La diferencia esencial entre fundamentalistas y
creyentes moderados no está en la fe, sino en la interpretación:
El fundamentalista cree que el libro es palabra inmutable de Dios, aplicable ayer, hoy y
siempre.
El no fundamentalista acepta que los textos pertenecen a otra época y deben interpretarse
simbólicamente o adaptarse a los valores actuales.
En el fondo, el creyente moderado actúa como un
laico cultural: respeta la tradición, pero no vive esclavo de ella. Sabe,
aunque no lo diga, que ningún dios dictó literalmente esos libros.
Por eso, incluso dentro de las religiones, la
mayoría silenciosa vive su fe de forma flexible. Quien no se adapta, acaba en
conflicto directo con otros pueblos, otras religiones o con el Estado moderno.
Fundamentalismo: la chispa de los conflictos
Los extremistas siempre creen tener un mandato
divino para imponer su visión. Y cuando alguien piensa que actúa en nombre de
Dios, deja de considerar la negociación como una opción válida.
Fuentes contrastadas
1.
Fundamentalismo religioso
2. Porcentaje
de población y religión
3.
Incompatibilidad entre leyes religiosas y derechos humanos
Organismos internacionales han identificado
conflictos entre aplicaciones literalistas y derechos universales:
ONU, Consejo de
Derechos Humanos: informes entre 2010–2023 sobre libertad religiosa, igualdad
de género y leyes basadas en textos sagrados.
Amnistía Internacional: reportes sobre castigos corporales, lapidaciones y persecución por
apostasía en países con legislación religiosa.
4. Violencia y
extremismo
5. Evolución
histórica de los textos religiosos

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