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martes, 25 de febrero de 2025

Desde la NADA el Cosmo-Poder creó el universo como un banquete donde todo se come

 


Desde la NADA el  Cosmo-Poder creó el universo como un banquete donde todo se come

Por Bruno Perera.

En el inmenso y enigmático escenario del universo, la existencia misma parece surgir de un acto de creación asombroso: el Big Bang. Este evento, que marca el inicio del tiempo y del espacio, puede ser interpretado como un grandísimo banquete universal, donde el Cosmo-Poder, en su infinita sabiduría, dispuso sobre la mesa universal todo cuanto pudo obtener de la NADA cósmica. En este contexto, la partícula de Higgs jugó un papel fundamental, actuando como cocinero que añadió el ingrediente esencial que otorgó masa a las partículas, permitiendo así la formación de la materia tal como la conocemos.

Imaginemos por un momento este banquete universal. En él, los espíritus universales, guiados por la fuerza del Cosmo-Poder, se reúnen para degustar todo lo que el universo tiene para ofrecer. Cada estrella, cada galaxia, cada rincón del cosmos es un plato exquisito que se sirve en esta mesa infinita. Los espíritus, seres de luz y energía, se alimentan de la esencia misma de la creación, disfrutando de la diversidad y la complejidad que el universo ha generado a lo largo de eones.

Mientras tanto, en nuestro pequeño rincón del cosmos, la Tierra, los humanos y los animales nos encontramos en una posición peculiar. Somos los comensales que, tras la gran cena cósmica, nos alimentamos de las sobras que dejan los grandes espíritus del universo. La vida en nuestro planeta es un reflejo de este banquete: cada ser vivo, cada ecosistema, es una manifestación de lo que ha sido creado y consumido por aquellos que nos precedieron. Así, la existencia en la Tierra se convierte en un ciclo de consumo y transformación, donde la muerte de unos da vida a otros.

Este ciclo de vida y muerte es fundamental para entender la naturaleza del universo. La vida, en su esencia más pura, nace de la muerte. Cada estrella que explota en una supernova, cada organismo que cumple su ciclo vital, contribuye a la creación de nuevos elementos y nuevas formas de vida. En este sentido, la muerte no es un final, sino un paso necesario hacia la renovación y la continuidad del banquete universal.

La reflexión sobre este banquete cósmico nos invita a reconsiderar nuestra relación con el universo y con los demás seres que habitan en él. Nos recuerda que somos parte de un todo interconectado, donde cada acción tiene un impacto en el delicado equilibrio de la vida. Al igual que los espíritus universales que se alimentan de la creación, nosotros también debemos aprender a apreciar y respetar lo que nos rodea, reconociendo que cada ser, cada elemento, tiene su lugar en esta mesa infinita.

En conclusión, el banquete universal creado por el Cosmo-Poder a partir de la NADA es una metáfora poderosa que nos invita a explorar la naturaleza de nuestra existencia. Nos recuerda que, aunque somos comensales de las sobras de los grandes espíritus universales, también somos parte activa de este ciclo eterno de vida y muerte.

En cada bocado que tomamos, en cada respiración que damos, estamos conectados a la inmensa red del cosmos, recordando que la vida, en su complejidad y belleza, es un regalo que debemos valorar y proteger, y aunque para que otros vivan debamos morir.

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