La crisis inmigratoria en Canarias hace un llamado de SOS a la
responsabilidad de los políticos canarios y peninsulares
Por Bruno Perera.
Preámbulo. Aunque hace una semana dije que, por estar cansado
de haber escrito unos 300 artículos sobre inmigración ilegal dejaba de
escribir sobre el mismo tema, hoy al ver que la situación inmigratoria ha
empeorado, me veo en la obligación de redactar este porque aprecio
que, si me retiro, las mafias aumentarán su poder y Canarias quedaría
desamparada de menos voces que la defiendan. Por lo tanto, aquí les va lo
siguiente.
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Fue allá por el año 1994 cuando comenzó la odisea de la
llegada de pateras hacia Canarias a través de Fuerteventura.
Desde esa época, y sin que haya habido una semana en la que
no arriben varias pateras a las islas, Canarias ha sido testigo de un fenómeno
migratorio en aumento, convirtiéndose en un punto de llegada para cientos de
miles de inmigrantes ilegales provenientes de las costas de Marruecos, Mauritania,
Senegal y Gambia. También se debe mencionar que, por la misma vía marítima, han
llegado en pateras, zodiacs y cayucos inmigrantes ilegales de Pakistán, India,
etc., que han arriesgado sus vidas en busca de un mejor futuro que Canarias no
les puede ofrecer, ya que está saturada de inmigración ilegal. (Recordemos que
en el año 2024 llegaron al archipiélago casi 46.000 inmigrantes ilegales, sin
contar los miles que entraron por vía aérea).
Este flujo constante de personas, que ha superado las 600.000
llegadas en las últimas tres décadas, con el añadido de varios miles de muertos
y desaparecidos en el mar, plantea una crisis humanitaria y social que los
políticos canarios y peninsulares parecen ignorar o, peor aún, gestionar de
manera irresponsable.
La llegada de estos inmigrantes, tanto adultos como menores
no acompañados (MENA), ha generado un impacto significativo en la sociedad
canaria. En un contexto donde el desempleo alcanza el 15-16% y donde tres de
cada diez canarios viven en el umbral de la pobreza, la situación se vuelve
insostenible. En este escenario, la comunidad canaria se ve obligada a
proporcionar albergue, alimentos, ropa, educación, sanidad e incluso empleo a
personas que llegan ilegalmente, mientras muchos ciudadanos canarios luchan por
sobrevivir.
Los MENA, en particular, reciben atención especial por parte
del Gobierno canario y del Gobierno español. Se les cubren todas sus
necesidades hasta que cumplen 18 años, y tras alcanzar la mayoría de edad, se
les concede una ayuda de aproximadamente 450 euros mensuales durante dos años
adicionales. Debido a que los MENA reciben la residencia, tienen derecho a la
reagrupación familiar, lo que trae consigo el problema social de que pueden
llamar y hacer residentes en España a sus padres, hermanos y, con la misma
venia, a otros familiares.
Esta política de acogida de MENA plantea serias interrogantes
sobre la legalidad y la ética de tales decisiones. La Ley de los Menores de
Naciones Unidas, de la cual España es signataria, establece que su objetivo es
proteger a los menores nacionales y a aquellos extranjeros que residen
legalmente en el país. Sin embargo, la acogida de MENA, que son en su mayoría
inmigrantes ilegales, parece contradecir esta normativa, ya que cada nación
está obligada a proteger a sus menores. En estos casos, Marruecos, Mauritania,
Senegal y Gambia, entre otros, deben cuidar de sus menores y no enviar su
problema social a otras naciones.
Es alarmante que tanto el Gobierno canario como el español no
reconozcan que mantener a estos menores en el país sin un proceso de
repatriación adecuado equivale a un rapto de menores.
La tutela de cada MENA cuesta entre 100 y 150 euros diarios,
un gasto que recae sobre las arcas del Gobierno canario, del Estado español y
de la Unión Europea. Mientras tanto, la población canaria se enfrenta a una
crisis de empleo y vivienda, con sueldos raquíticos y alquileres abusivos que
alcanzan los 700 euros mensuales por estudios de apenas 40 m², lo que hace casi
imposible para muchas familias vivir holgadamente y acceder a una vivienda
digna.
En todo esto se debe saber que el Gobierno canario, el Estado español y la UE, en unos 30 años que hemos padecido inmigración ilegal han despilfarrado unos 30 mil millones de euros, en las ayudas que han dado y siguen dando anualmente a Marruecos, Mauritania, Senegal y Gambia. Y también en lo que nos ha costado dar cobijo a adultos inmigrantes ilegales y la tutela a los MENA.
Actualmente, hay alrededor de 6.000 MENA y 20.000 adultos
inmigrantes ilegales albergados en Canarias.
Algunos de estos adultos son enviados ilegalmente desde
Canarias por cuenta del Estado en aviones de pasajeros a la península, donde se
espera que continúen su viaje hacia otros países europeos. Este ciclo de
migración no solo enriquece a las mafias africanas y a gobiernos africanos
corruptos, sino que también beneficia a oenegés y a empresarios canarios
corruptos que lucran con la crisis, mientras que la mayoría de políticos
canarios y peninsulares parecen mirar hacia otro lado, creyendo que pueden
ganar votos de los inmigrantes en situación legal; y porque los mismos están
involucrados en este negocio de la inmigración ilegal cuando ponen la mano para
tomar lo que algunos empresarios que se lucran con la inmigración ilegal les dan
para pagar las campañas políticas.
Es hora de que aquellos que se consideran líderes asuman la
responsabilidad que les corresponde. La crisis migratoria en Canarias no es
solo un problema de números; es una cuestión de dignidad humana y de justicia
social. Los canarios merecemos un gobierno que priorice nuestras necesidades y que
busque soluciones sostenibles y justas para todos.
La falta de acción y la indiferencia ante esta crisis no solo
perpetúan el sufrimiento de quienes llegan a las costas canarias, sino que
también agravan la situación de aquellos que vivimos aquí. Es momento de exigir
un cambio y de poner fin a esta tragedia que afecta a todos.
La solución a este problema radica en la deportación de todos
los inmigrantes ilegales que sean apresados en altamar o cercanos a las costas
de Canarias, y en que cada autoridad marítima haga su trabajo. Las autoridades
africanas deben cuidar sus costas y las canarias las suyas, sin adentrarse en
aguas marítimas donde el socorro pertenece a la nación que esté situada más
cerca de una u otra patera que pida ayuda. Como sabemos, los inmigrantes
ilegales se sienten alentados a embarcarse en una patera por la seguridad que
les brinda la ONG Caminando Fronteras, que realiza llamados de socorro, sobre
todo y únicamente, a la Guardia Civil del Mar de Canarias.
Caminando Fronteras actúa como otra mafia más porque obtiene
ganancias económicas a través de los premios que le conceden oenegés
internacionales que defienden la libre circulación de inmigrantes.
P.d. Salvo durante la llamada (Crisis de los cayucos). Antes del 2021 llegaban pocas pateras a Canarias, pero unos meses después de la Pandemia de Covid 19, CC, PP, PSOE, NC, Podemos y otros partidos políticos se pusieron de acuerdo en abrir las puertas a la inmigración ilegal dándoles la bienvenida en hoteles y apartamentos, y yéndolos a buscar casi a la puerta de sus casas en patrulleras de la Guardia Civil del Mar; y por tales causas y fallos las mafias se han hecho dueñas del negocio. Y tanto políticos como agentes del mar, por sus erróneas acciones o por cumplir las ordenes de sus jefes, son culpables de que la inmigración ilegal haya aumentado como plagas de cigarrones. Esta es la pura verdad.
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