Fuimos creados por un Poder Cósmico y no por un dios religioso
Por Bruno Perera
Desde tiempos inmemoriales, la humanidad ha mirado hacia las
estrellas y se ha preguntado sobre el origen de todo lo que existe. La
respuesta, en muchas tradiciones y teorías filosóficas, apunta hacia un
principio primordial: la NADA. Pero, ¿qué significa realmente esa NADA? ¿Es un
vacío absoluto o un estado potencial desde el cual surge toda la Creación? En
este artículo, exploraremos una visión cósmica y filosófica que conecta la NADA
con la génesis del universo, el papel del Cosmo-Poder, que no es un dios
religioso, y el destino final del ser humano.
La NADA como origen del Cosmo-Poder
Imaginemos que, antes de la creación del universo, existía un
espacio infinito que podríamos llamar la NADA, cual no era un vacío total, sino
un campo de potencialidad cósmica pura, un estado en el que todo estaba por
manifestarse. Sigamos imaginando que, desde esa fuente inmaterial, surge el
Cosmo-Poder, una fuerza creadora que, mediante un acto de voluntad y energía,
da inicio a la existencia. Este acto de creación se materializa en el Big Bang,
ese evento cósmico que marca el nacimiento del universo observable. Pero, más
allá de una explosión, el Big Bang fue una expansión de esa energía primordial,
una chispa que encendió la creación de toda materia y energía.
El papel de la partícula de Higgs
Uno de los descubrimientos más importantes en la física
moderna fue la partícula de Higgs, conocida como la "partícula de
Dios". Esta partícula es responsable de conferir masa a las partículas
elementales, permitiendo que la materia exista en forma sólida y estructurada.
En nuestra visión, la partícula de Higgs no solo es una pieza del rompecabezas
físico, sino también un símbolo del proceso de dar forma y estructura a la
creación. Es la herramienta que el Cosmo-Poder utilizó para moldear el
universo, transformando la energía en materia tangible, en un lienzo en
constante movimiento.
El universo como un cuadro en continua creación
Podemos imaginar el universo como un inmenso cuadro pintado
por el Cosmo-Poder, que no se detiene nunca. Cada galaxia, cada estrella, cada
átomo, es una pincelada en esa obra en perpetuo proceso de perfeccionamiento.
La Creación no fue un evento único, sino un acto continuo de dar forma, de
reformar y de perfeccionar. En esta visión, la materia y la energía son las
brochas y espátulas del pintor universal, el Cosmo-Poder, que va delineando
formas de vida, desde las partículas más simples hasta las criaturas más
complejas.
La evolución de los seres humanos como testigos de la Creación
Entre esas formas de vida, los humanos ocupan un lugar
especial. Fueron creados a partir del polvo de estrellas, portadores de una
información ancestral que lleva en su ADN las historias de luchas, victorias y
aprendizajes cósmicos. A través de su existencia, los humanos se han convertido
en los testigos conscientes de la Creación, reflejando en su inteligencia y
cultura la huella del Cosmo-Poder en su proceso de autoexploración.
El viaje del alma y el destino final
Pero toda creación tiene un ciclo. Cuando llega el momento de
la muerte, el ser humano deja atrás su forma física y su historia terrenal. Pero,
no todo se pierde después de la muerte. La tradición espiritual y filosófica
sugiere que, tras la muerte, el alma emprende un viaje astral cuántico hacia la
NADA, ese estado de potencialidad pura. Allí, en ese espacio de silencio y
vacío, se encuentra la verdadera esencia, el premio y el sueño eterno: la unión
con la fuente original, la NADA, donde desaparecen todos los vestigios y
memorias de la existencia terrenal.
Este proceso de disolución no es un final, sino una
transformación, un regreso a la fuente primordial desde donde todo surgió. La
muerte, en esta visión, no es un fin, sino un paso hacia la eternidad, un adiós
que conduce a la unión con el infinito que te abraza con un silencio eterno.
Reflexión final
Desde la NADA nació el Cosmo-Poder, y a través del Big Bang y
la partícula de Higgs, se formó el universo en una danza infinita de creación y
recreación. Los seres humanos, en su inteligencia y conciencia, son los
testigos de esa obra en constante evolución. Y, aunque la muerte parece poner
fin a la existencia física, en realidad abre la puerta a un viaje cósmico hacia
la fuente primordial, hacia la NADA, donde todo comienza y todo termina en una
eterna unión.
En última instancia, comprender nuestra existencia como parte
de este inmenso proceso nos invita a valorar cada instante, cada forma de vida,
y a aceptar que somos piezas de un gran cuadro en continua creación y evolución, que pinta el Cosmo-Poder con los elementos cósmicos
que toma desde la NADA.
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