¿Democracia
en 1936?
Por Sigfrid Soria del Castillo Olivares
El relato mántrico y único de la izquierda es que Francisco
Franco Bahamonde acabó con la democracia en 1936, dando por hecho de manera
incuestionable que en 1936 había democracia. Cierto es que Franco comenzó
un golpe de estado el 18 de julio de 1936 contra el gobierno del Frente Popular
que gobernaba España desde febrero de ese mismo año. Pero una cosa es que
el Capitán General de Canarias tuviera la intención de derrocar el gobierno de
Azaña y otra muy diferente es que dicho gobierno fuera democrático y practicara
la democracia.
Hay que situarse en 1934, cuando en
octubre PSOE, PCE, ERC y UGT dieron un golpe de estado contra la II República
con el objetivo de acabar con la democracia e imponer por la fuerza una
dictadura del proletariado marxista leninista a imagen y semejanza de la que
había en la URSS de Stalin. El presidente de aquel gobierno republicano,
Alejandro Lerroux, ordenó al Teniente General Franco sofocar aquel golpe de
estado, cosa que el militar consiguió salvando a España de caer en la dictadura
que los socialistas, comunistas, separatistas y sindicalistas querían
imponer. Por tanto, en 1934 Franco luchó por la II República y la libró
de las garras de socialistas, comunistas y separatistas.
16 meses después, febrero de 1936, las
mismas fuerzas políticas derrotadas por Franco en 1934 en su bastardo intento
de acabar con la democracia republicana, amañaron un pucherazo en las
elecciones generales y accedieron a controlar el gobierno de España poniendo de
presidente a un títere llamado Manuel Azaña. Dado que ese gobierno fue el
resultado de una manipulación electoral, puede afirmarse categóricamente que no
era democrático. Se ajusta a lo que era la II República afirmar que era
de todo menos una democracia sana porque en sus 5 años de vida (hasta julio de
1936) hubo 21 estados de prevención, 23 de alarma, 18 de guerra, dos intentos
de golpe de estado (el de 1932 militar incruento y el ya mencionado de 1934 en
el que los golpistas asesinaron a más de 1.000 personas) y una declaración
unilateral de independencia, como no en Cataluña. Además, en los 5 años
de la II República (hasta julio de 1936) hubo 2.225 víctimas por violencia
política, casi el triple de las que asesinó ETA durante sus 60 años de maldita
existencia.
Franco, por tanto, no acabó con democracia
alguna, lo que intentó derrocar fue un gobierno controlado por fuerzas
políticas con el perverso objetivo explícito de derribar la II República y su
podrida democracia para imponer una dictadura estalinista. Pero Franco
fracasó en la inmediatez, el gobierno rojo resistió y los españoles se
enfrentaron a la Guerra Civil. La historia, en la tercera década del
siglo XX, plantea la dicotomía entre lo que pudo ser una dictadura marxista
leninista y la dictadura que realmente existió. Con respecto a esto
último es preciso recordar que el Poder Legislativo de la UE ha condenado
formalmente el comunismo, precisamente esa ideología que veneraban las fuerzas
políticas que degeneraron la II República y que la utilizaron para intentar
volar su democracia que aunque podrida, era democracia. Por cierto, el
Parlamento de la UE también condenó el nacional socialismo asociándolo
lógicamente en perversidad al comunismo. Pero, el socialismo del siglo
XXI no denuesta a Franco sólo porque anulara hace 86 años las abominables intenciones
de PSOE, PCE, ERC y UGT, la verdadera alergia antifranquista de los progres
actuales es causada porque Franco aplicó verdaderas políticas socialistas que
impulsaron históricamente los derechos de los trabajadores, de las familias, de
los ancianos, de los parados y de los enfermos. Si la progresía estudiara
historia, la verdadera, y se enfrentara responsablemente a cuanto hicieron sus
antecesores hace 90 años, quizás dejarían de ser tan progres, por pura
vergüenza.
Sigfrid
Soria del Castillo Olivares
Ex Director
General de Seguridad y Emergencias. Gobierno de Canarias.
Ex Diputado
Parlamento de Canarias.
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