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martes, 4 de noviembre de 2025

El día que el mundo se apague: cómo sería una guerra entre China, Rusia y la OTAN

 


El día que el mundo se apague: cómo sería una guerra entre China, Rusia y la OTAN

Por Bruno Perera.

En un tablero global cada vez más tenso, muchos se preguntan qué pasaría si estallara una guerra abierta entre China y Rusia contra la OTAN. Lo cierto es que un conflicto de esa magnitud no tendría vencedores, solo supervivientes. Sería el fin del mundo tal y como lo conocemos.

El origen podría estar en un movimiento que hoy parece aislado: una invasión china de Taiwán, un ataque ruso más allá de Ucrania o una colisión naval entre potencias en el Pacífico o el Ártico. Bastaría un error de cálculo, una provocación mal entendida o una respuesta excesiva para encender la mecha.

La OTAN —liderada por Estados Unidos, Reino Unido y Europa occidental— respondería, activando el Artículo 5 de defensa colectiva. Frente a ella, el bloque sino-ruso contaría con el apoyo indirecto de Irán, Corea del Norte y algunos países del sur global, que preferirían no alinearse abiertamente, pero sí aprovechar la fractura del orden occidental.

El primer golpe no sería con misiles, sino con ataques cibernéticos. Bancos, aeropuertos, centrales eléctricas y redes de comunicación quedarían paralizados. Internet se convertiría en un campo de batalla invisible. Satélites espías serían cegados o destruidos en órbita.

A las pocas horas, la economía global se hundiría. Los cajeros dejarían de funcionar, las transferencias se bloquearían y las bolsas del mundo se desplomarían como fichas de dominó.

Europa del Este se transformaría en el frente principal. Rusia intentaría romper la frontera polaca y báltica, mientras la OTAN lanzaría ofensivas aéreas desde Alemania, Italia y Turquía. En Asia, China bloquearía Taiwán y atacaría bases estadounidenses en Japón, Guam y Filipinas.

La guerra sería masiva, mecanizada y con pérdidas nunca vistas desde 1945. En cuestión de días, Europa reinstauraría el servicio militar obligatorio y Estados Unidos desplegaría toda su flota en el Pacífico.

Cuando una potencia sienta que está perdiendo, podría recurrir a armas nucleares tácticas, más pequeñas pero devastadoras. Un ataque sobre una base militar o una ciudad estratégica podría abrir la puerta a una respuesta en cadena.

El paso siguiente sería un intercambio nuclear limitado, destruyendo urbes enteras —Varsovia, Kiev, Shanghái, o incluso Berlín—. Y si el miedo y la revancha se imponen, vendría el infierno total: cientos de misiles balísticos atravesando el cielo y borrando del mapa buena parte del hemisferio norte.

El resultado sería un invierno nuclear: el sol oculto por el humo, temperaturas bajo cero durante años, cosechas muertas, hambre global y el colapso de toda civilización organizada.

Aunque el enfrentamiento no llegara al nivel nuclear total, las consecuencias serían devastadoras. El comercio marítimo internacional se paralizaría, el petróleo alcanzaría precios impensables y el sistema financiero se desplomaría.

Las cadenas de suministro dejarían sin alimentos, medicinas ni combustibles a cientos de millones de personas. Los gobiernos caerían, surgirían regímenes autoritarios y la ONU sería poco más que un recuerdo.

Si la humanidad lograra detenerse antes del abismo, emergería un planeta fragmentado, empobrecido y sin hegemonías claras. Estados Unidos perdería su liderazgo global, Europa quedaría destruida y China tendría que reconstruirse internamente. Rusia, agotada, quedaría aislada en su propio invierno.

La era de la globalización moriría, y lo que quedara de la humanidad viviría de la memoria de un mundo que se apagó por soberbia.

La guerra entre China, Rusia y la OTAN no sería una batalla por territorios, sino por la supervivencia misma de la especie.
Y lo más paradójico es que, aun sabiendo esto, los líderes del planeta siguen jugando con fuego en un polvorín que no admite errores.

Si algún día estalla esa guerra, el cielo no se llenará de héroes, sino de cenizas.

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Fuentes de datos

OTAN – Artículo 5 de la Carta Atlántica: defensa colectiva en caso de ataque armado (NATO.int).

Nuclear Threat Initiative (NTI): estimaciones sobre arsenales nucleares 2024: Rusia (5.500 ojivas), EE. UU. (5.100), China (500), Francia (290), Reino Unido (225).

SIPRI (Stockholm International Peace Research Institute): informe 2024 sobre gasto militar global (más de 2,4 billones USD).

ONU – Informe sobre impactos climáticos del invierno nuclear (UNEP, 2023): reducción media global de temperatura entre 5 °C y 10 °C en un escenario de intercambio total.

RAND Corporation: simulaciones de conflicto OTAN–Rusia–China (2023), que concluyen que el uso nuclear táctico es el punto más crítico de escalada.

Banco Mundial: efectos de una guerra global en el comercio marítimo (2024), caída estimada del PIB mundial de más del 30 %.

 

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