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domingo, 7 de septiembre de 2025

¿Podremos algún día enviar materia a través de ondas?

 


¿Podremos algún día enviar materia a través de ondas?

Por Bruno Perera.

Desde que la humanidad descubrió la radio, la televisión e Internet, vivimos rodeados de información que viaja invisible en forma de ondas. Nuestra voz puede atravesar continentes en segundos y nuestras imágenes saltan de un lado a otro del planeta como si fueran fantasmas de luz. Todo ello nos lleva a una pregunta fascinante: ¿es posible que, en el futuro, no solo enviemos datos, sino también materia viva o inerte a través de ondas?

La comparación parece sencilla: si mi voz viaja por el aire y llega intacta a un receptor, ¿por qué no podría hacerlo también un billete, una mesa o incluso una persona? La clave está en que lo que viaja hoy no es la materia en sí, sino la información codificada de esa materia. El receptor reconstruye el sonido o la imagen a partir de esa información. Imaginemos entonces que pudiéramos codificar también la posición exacta de cada átomo de un objeto y transmitirla. Si el receptor dispusiera de los elementos químicos adecuados, podría reorganizarlos en la misma forma que el original.

Esto es lo que la ciencia ficción bautizó hace décadas como teletransporte. Un ejemplo icónico está en Star Trek, donde las personas “se desmaterializan” en un lugar para reaparecer en otro, gracias a la conversión de materia en información.

El dilema de la copia perfecta. Si aplicamos esta idea a un billete de 10 euros, nos topamos con un problema inmediato: la reproducción idéntica sería falsificación. El valor del dinero no reside en el papel ni en la tinta, sino en la confianza del sistema financiero que lo respalda. Por muy perfecto que fuera el duplicado, no dejaría de ser un fraude.

En cambio, si pensamos en una persona, la cuestión se vuelve aún más compleja. ¿Bastaría con tener su ADN para reconstruirla en otro lugar? La respuesta es no. El ADN es la receta biológica, pero no contiene las memorias, experiencias ni emociones que hacen única a cada persona. Reconstruir un cuerpo idéntico requeriría conocer la disposición exacta de cada molécula, en especial en el cerebro, donde reside lo que llamamos “yo”.

Clonación y resurrección: ¿es lo mismo?

Conservar el ADN de alguien permitiría, en teoría, clonarlo en el futuro. Sería un ser humano genéticamente idéntico, pero no la misma persona. No reviviría a quien murió, sino que nacería un nuevo individuo. La verdadera resurrección exigiría una copia íntegra de la información mental, algo que hoy está mucho más allá de nuestra ciencia.

El muro cuántico. Además, la física impone sus propias fronteras. El principio de indeterminación de Heisenberg señala que es imposible conocer al mismo tiempo la posición y el estado exacto de todas las partículas de un cuerpo. Y un ser humano está formado por billones de billones de ellas. De modo que escanear y transmitir un cuerpo entero parece, de momento, un sueño imposible.

Ciencia ficción o futuro lejano. Aun así, estas ideas no deben descartarse del todo. Hace apenas un siglo, enviar imágenes en movimiento a través del aire parecía magia. Hoy lo damos por sentado. La humanidad suele transformar en ciencia lo que alguna vez fue ficción. Quizás dentro de siglos, cuando la tecnología supere los límites actuales, podamos hablar de teletransporte o de reconstrucción biológica con mayor naturalidad.

Por ahora, pensar en enviar un billete o un ser humano a través de ondas nos invita a reflexionar no solo sobre los límites de la ciencia, sino también sobre las implicaciones éticas y filosóficas. Si pudiéramos copiar a una persona, ¿sería esa copia realmente la misma? ¿O sería un individuo nuevo con la memoria prestada del original?

La pregunta queda abierta, y quizá lo más fascinante sea que todavía podemos soñar con las respuestas.

 

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